– Señá Carmen

-Diga, señora Catalina
-Ea, pos la chiquilla que no quié subir que quié quedarse a hacerpapo aquí en la portería.

-¿Como? Dígale que suba en un santiamén, que la tiene todo el día ahí metida como un pespunteterno, sino le doy un piepaliza que que que, uy  perdón Catalina es que desde que no me viene el sangregorio  con estos sofocalores, pues eso que estoy inframargá.

-Mamaaa,ahora subo, venga Catalina cuénteme lo del citote ese de cuando era joven. 

-Pues eso nena, el Venancio era un mozo muy templao, ea todo un trovamores, la verdad es que paraba un poco mansopajares pero muy zalamero. Morenazo, encejunjo, como me gustan a mi los hombres con pelo donde laparse.

-Ja ja ja, tata que cosas. tiene.

-Señora Catalinaaaa, ¿sube la raspa de mi hija? que tengo el arroz que me guiña el ojo.

Catalina luego cuando baje, ¿me contara lo del vecino de quinto?, el mansomico, como le llama usted. ¿Vale?

-Anda anda, boninena sube a comer que tu madre dira que te malinfluyo, ea que me quedao trasconejá de limpiar tantos cristales. venga sube que tu madre te va a mal prender

-Adiós señá Catalina hasta la tarde. 

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