Senderos de lima
Aún se escucha quebrado mi aliento
cada vez que el suspiro dibuja tu nombre,
dibuja tu entallado cuerpo.
Quisiera sumergirme entre negras tinieblas,
tal vez en esa parte del abismo
pueda olvidar por fin tu nombre.
Pueda olvidar esos mordaces besos
que intoxicaron mi alma.
Vivo en el mismo infierno,
vivo en el mismo hogar abandonado.
Y con esta pandémica cuarentena,
cada cercano rincón huele a ti,
huele a sendero de limas.
Y grito tu nombre con la ilusión
de que, al voltear la mirada,
estés pidiendo perdón,
asintiendo que todo ha sido un error,
que soy tu amor eterno,
que también soy tu lamento
Ya han pasado mas semanas de las que pueda recordar
y no hay olvido.
Lo vivido pareciera fuera ayer,
cualquier sonido de la vecindad
parecieran mezclarse con tu voz
Esta imposibilidad del olvido
donde tu no te has ido aún,
de un lugar donde yo
he quedado damnificado.
Ermitaño
Mis dedos se desgarran
cada vez que me aferro
a esta incertidumbre.
No tengo una vida clara.
Salí de los estereotipos y ahora
parece que no tengo nada.
Vivo sedentario
con amores nómadas.
No hay cadena que valga.
Me aferro a la vida
con la sola certeza
que al final,
mi única compañera
no tiene alma
sólo huesos
Una corta edad
más próxima a la decadencia,
a la inoperancia,
a caducar en la sociedad.
Temo a ser alguien,
temo salir y romper
mi propia condena.
Siempre he oprimido
lo que quiero ser,
el éxito del futuro
me lo arrebato a tirones de piel
¿Quien debo ser?
ante la exigencia de una sociedad.
apresurada, sedienta, inconmensurada,
arrebatante y siniestra.
He tratado de acobijarme
con oscuridad.
He tratado de desaparecer
con drogas.
He tratado de evitar el vuelo
cortando mis alas.
La ceguera autómata
me toma por sorpresa,
la luz del camino parece incierta.
No tengo fuerza de aliento,
no tengo esperanza ante el fallo,
quisiera más paz que guerras.
Asfixio
Fue implacable el destrozo,
camine entre fuego,
sentí el poder del sol,
cuando más desvarío había en mi mente.
Me perdí entre la multitud
culpando a cualquiera,
de mi insoportable alucín.
Caí en la cuenta
que la vida no corteja,
la vida te toma el cuello
y sin control,
te asfixia hasta el ahogo.
Ya no soporto más no por respuesta,
ya no soporto el caminar vacío
en una sociedad donde sólo estas tu.
Y que la compañía
es solamente un calidoscopio
con múltiples formas
pero nunca es la misma.
Amé sin control y perdí,
comí de todo y vomité sangre,
caminé sin rumbo y me perdí.
Ya abracé tanta desilusión,
ya olí el éxito,
y tiene el mismo aroma a la miseria.
Es el camino vivido
que sucumbe,
al separarse de la cuna.
Es lo de esperarse
cuando sacudes las alas
para levantar el vuelo.
Es el boleto del tranvía que,
aunque fachoso el camino,
siempre se sale del túnel.
Voy agarrado de lo más fuerte:
mi instinto, mi yo mismo,
mi corazón desgastado.
Voy aferrado:
a mi reflejo, a mi sombra.
Porque es lo único que tengo
a la mitad de este camino,
en este sendero de limas.
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