Origen
La tierra está aún caliente
Una luz se expande indolente
Un Tauro se ríe y bebe vino
Vomitó y se originó el ser divino.
El Tauro ordenó y gritó
La tierra se tragó al Ser Divino
El Tauro se llama Él y me vio
Me miró y me eligió
Ahora solo yo soy su testigo.
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Las familias humanas
El Tauro vomitó de nuevo
Y la tierra produjo flores pestilentes
Las familias humanas se quejaron
Entonces el Tauro se enojó y se fue.
Así, sin más, dejó su vómito
Y cada tribu recogió de su botín
Mi tribu recogió la porción más fuerte
Y heredamos ser buenos cazadores.
Intenté llamarlo pero fue en vano
Se había ido y quién sabe dónde estaba
Al ver a la gente de mi tribu nerviosa
Inventé una visión y palabras confusas.
Las demás familias humanas
Dijeron haberme visto ser mirado
Y todos me veneraron.
Yo en la noche lloré como un niño
Por la maldición que Él me dio.
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Leyes de convivencia
Tomé partido en una disputa
Acerca de una codiciada hembra
Dos especímenes de la humanidad
Querían con ella su deseo asesino saciar.
La hembra no era despreciable
Para ser vómito, el dogma fue clave
Utilicé la autoridad divina
Y desde entonces ella fue mi compañía.
Me fue de mucha ayuda
Ya que la labor se hacía ardua
Redactamos mil leyes severas
Quien las cumplía vivía
Quien no, moría.
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Exceso
Por decreto, un día de ebriedad
Convertí a mi esposa en Diosa
Los jóvenes vírgenes ella con sus encantos
Cada solsticio seducía en un ritual
Para luego de una animal orgía
Degollarlos y lamer su sangre aún tibia.
Yo desde mi palacio disfrutaba
Del vómito de aquel Tauro ebrio
Amenazando a la tribu humana
Con que el Tauro no tardaba en su regreso.
En las mañanas en las aldeas suplicantes
Las vírgenes pedían mis impúdicos besos
Yo disfrutaba del placer del impune exceso.
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El desterrado
Un día vi caer del cielo
Un horrible ser, muy malvado
Hice un trato, le di un gobierno
Se encargó de administrar los infiernos.
La muerte no me interesa, en ella no hay sexo
Solo palabras elocuentes y gemidos secos.
Pensé en prohibir la muerte
Pero especímenes muy idiotas me persuadieron
No los hubiese soportado un día más
Para ellos es que se hicieron los infiernos.
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Decadencia
Poco queda del vómito original
El incienso y la cera de las velas
Forman una masa primigenia artificial
Ya ni yo la soporto y quiero irme
Pero el Tauro era malvado, lo se
Nunca dijo dónde iba, ni cómo seguirlo
Me miró y sin más me dejó aquí.
Lo maldigo y abandono mi destino
Un último decreto hoy escribo
“Aquella Diosa que un día nombré
será libre y los someterá”.
Me encerré a amarla todo el día
Mientras el pueblo de hambre se moría
Me despedí de ella y de mis vírgenes
Hacia el bosque sin mirar atrás.
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Animal
Lloré por semanas y meses
Parecía un salvaje, un animal
Me revolcaba por el suelo y gemía
El centro del cuerpo me dolía
Me retorcía y gruñía
Golpeaba el piso y me ahogaba.
Quise entonces volver a la ciudad
Pero el ruido y los gemidos
Me espantaron y decidí no regresar.
La ciudad, la aldea maldita
Se destruyó en poco tiempo
La Diosa fue ahorcada
Y mis vírgenes, brutalmente violadas.
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¿Perdido?
Entonces supe que nunca nada
Sería el horror de días pasados
Cuando abrí los ojos me redimió
La belleza de un Ángel sin alas.
Me reconoció como a un hermano
Me llamó “Hijo del Tauro”
Se disfrazó de aldeana y me adoptó
La amé, y sin saber cómo, la amé.
Pasó el tiempo y yo era tan feliz
Hasta que el horror volvió a mi rostro
La vi vomitar junto al lecho
Y quise morir en ese momento
Ella me impidió maldecir y yo no entendía
No sabía que en nueve meses
El Ser Divino, mi redención, nacería.
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