En
esta tarde desnuda
vuelan
los abrazos
como
lamentos de un abril
anegado
en silencios,
herido
por flechas invisibles
y
eterno pasajero de un convoy
sin
retorno y sin peaje de salida.
Pero
dejó huellas limpias
en
el entorno ajeno
como
si la arena no supiera
de
nombres
y
la impotencia sembrara
narcisos
y peces de colores.
El
mundo no ve la sangre
cuando
no percibe la batalla.
En
esta feria de locos
consumistas
se abrió la vereda
para
una tierra fértil
y
un libro para la historia.
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