Los sueños y otros poemas

Los sueños y otros poemas

POEMARIO:

LOS SUEÑOS

Los sueños han pasado mirándose,

frotándose las narices,

sacándose los ojos,

simulando olvidos,

cayendo de bruces,

corriendo como enanos detrás de sus sombras gigantes.

No han dicho nada. Han perecido detrás de algún espejo.

Han perdido su estatura

ante el olvido de algún gesto, de alguna memoria

diluida en su regazo.

Han volteado hacia el fondo de la nada

y se han quedado petrificados.

Olvidados en algún rincón, frente a alguna rata muerta,

han muerto sin prisa, convirtiéndose

en materia densa y oscura,

en silencio y olvido.

El desamparo se ha nutrido de ellos

y se han vaciado de ellos mismos

mientras ruedan por la ladera

donde otrora el camino sembraba

florecillas blancas y amarillas y moradas

y entonaban una canción el cristofué y el turpial

bañados por un sol alegre, que se desdibujó hace tiempo

entre tanto andar.

¡Oh, cómo sueñan los sueños

con ser nuevamente consuelo,

esperanza, refugio del soñador!

Ayer nomás eran como espigas alegres

que danzaban, como pan en las manos del pobre,

como una canción que alimentaba los oídos absortos,

como una oración prendida del corazón.

OTRORA ERA EL CIELO

Otrora era el cielo.

Hoy las entrañas se arrastran por el polvo.

Nos golpeamos la sangre con manos despedazadas.

Y sobre nuestras espaldas, llevamos la miseria de las horas.

¿Dónde estamos? ¿Quién nos llama?

Y ¿por qué no respondemos?

Saldremos al combate, agitando las banderas de la aurora.

Pero no: ya la tierra se nutre con nuestros huesos,

Ya el silencio se puebla de serpientes.

Yo sólo soy un pedazo de noche aterrado,

Un grito que se pierde entre millones de gritos.

Porque de tanto ser diferente, he venido a ser igual a todos.

Y de tanto levantarme, he quedado pudriéndome en el polvo.

EL FUEGO DEL OLVIDO

¿Qué pasó con el idilio de nuestras almas?

Muerta está ahora tu gracia frágil.

La noche inmóvil y ausente.

Lejana y sensitiva.

Un soplo de callada confidencia

Y el vislumbre apagado

De un sueño de gasa

Meciéndose en la brisa.

¿Qué has sentido, qué sientes

Al sumergirte en la noche?

El fuego del olvido

Apenas pasó rozando

Las onduladas curvas de tu cuerpo,

Y el chamuscado aliento

Se adentró sin miedo en tu garganta.

LA LUNA ES UNA METÁFORA

La luna es una metáfora

Tendida sobre el verso de la noche.

Las estrellas, enanos luminosos,

Que pugnan

Por hipnotizar

Al aire y sus gigantes sueños.

El viento resbala

Sobre las edades del viejo tiempo,

Y canta una canción

El ave lisonjera

Para caer de bruces

Sobre un engramado de plumas que quedaron

Huérfanas de aves,

Al fondo del silencio

Que ha permanecido detrás de tus pensamientos

Ausentes y lejanos.

Nada desdice lo dicho por tus ojos,

Cuando las estrellas pasaron y clarearon

En medio de tus pupilas.

Nada…Ni tus manos, Ni tus pies, ni tus huellas,

Ni los ladridos de perros extraviados

Que agonizan detrás de alguna noche fría.

BUSCO EN MÍ

Busco en mí lo que ha nacido

En horas de soledad, de silencios,

De pasos cortos y largos,

De manos que se buscan, que se encuentran y retroceden,

De estrellas que se pudren en mitad del cielo,

De vientos que arrastran

Lo que el viento anterior echó sobre la tierra.

Busco en mí lo que ya no es,

Y aun siendo se queda

Retratando el olvido.

Busco un sueño caído,

Un suspiro que en breve

Se funde con un anhelo roto.

Busco un camino

Que se vació de huellas, de pájaros y montes.

¿QUÉ DIRÁN DE MÍ?

¿Qué dirán de mí las palabras?

¿Y los silencios?¿ Y las miradas de Centauros ignotos

En una puesta de sol? ¿Hablarán

De una dosis de soledad aguda, inoculada

En los años de mi adolescencia

O de vastos campos recorridos bajo el embrujo

De mariposas danzantes que llenaban de colores

Los espacios verdibarbudos

De los maizales?

Seguramente, no dirán nada:

callarán de olvido y desmemoria.

EL ICEBERG DE NUESTROS CORAZONES

El mundo es eso: un globo cargando

Con millones que no logran comprenderse

Ni logran entender nada.

A estas alturas, lo veo clarito: el río multiplica

Su cristalino caudal,

Nosotros no hemos aprendido ni a sumar.

Con las manos dibujo figuras en el aire

Que se borran tras segundos de ausencia.

Tío conejo, Tío Tigre, Blanca Nieves, los enanos,

Saliendo del pozo de los recuerdos

Y muriendo de frío

Frente al iceberg de nuestros

Corazones.

LA TARDE PASEARÁ EN BICICLETA

Yo tengo algo, aparte de este corazón,

Unas manos que han aprendido muy poco,

Unos pies con alto kilometraje,

Unos ojos que han mirado allí

Donde los demás no ven,

Un camino que no me he aventurado a recorrer

Por miedo a descubrir que no hay camino.

Pero sigo aquí

Mascullando olvidos,

Repasando renuncias,

Hurgando los huecos que han quedado vacíos

En el alma y los nidos de pájaros que cantaron

Otrora entre mis líneas,

Y que ahora han enmudecido

Y sus picos han enmohecido

De olvido y rebeldía.

Sigo aquí. Seguramente me han visto.

Tal vez no han reparado en mí.

Quizás las manos siguen acudiendo al deseo

Y los labios se desgastan en los besos

Robados en alguna estación de la noche.

Quizás, cuando escribo presiento y cuando presiento

Escribo medio siglo de vida pensativa, cacerolas

Y martillos rodando entre la memoria y el olvido.

Seguramente, el día sigue atado con lazos y cadenas.

Seguramente, las horas arrastran sus grilletes.

Seguramente, cuando despierte el que duerme,

Dormirán para siempre las manos que me oyeron.

Pero será un continuo

Estirarse de sombras y oquedades,

De silencios apagados en los rosales.

Las cayenas darán su rojo a los crepúsculos

Y la tarde paseará en bicicleta.

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