En todo este tiempo, cuánto he llorado, cuántos hedores de locura surgieron entre las piedras, buscando gritos de esperanza y de valor.
Sobre la noche tibia de la corteza de mi alma, descansa el último suspiro de locura y con él la mansedumbre y la calma.
No pido rencores, ni resentimientos; no pido cordura ni prejuicio. Sólo que la madrugada me encuentre despierto y abatido, sonrojado por la crueldad de las estrellas que me acosan sedientas de amor y oración.
Sobre el altar de tus manos ensangrentadas, lloran las llagas que alguna vez te vieron feliz.
No quiero quedarme en tu regazo, ni tampoco en la vereda de tus sueños. Ya demasiado cubrí mis errores con el velo de tu astucia.
Ahora visto tu coraza, no sé hasta cuándo, no sé desde cuándo. Quiero apagar la máquina que me hace volar; no quiero, ya no quiero, aunque una vez quise y no me atreví.
Me agarran de la cintura las horas del infinito y me encierran en las aureolas que dejaron otros, tiradas en las calles de los siglos.
Qué tiempos! Qué ansestrales pensamientos dejados en el último baúl guardado en el ático de la inocencia. Ya nada es igual, tu acoso me deprime y deja correr mares de recuerdos que no puedes revivir.
Tu historia pasó, tu magia bendita dejó muchas estrellas, las que sigo viendo en cada noche solitaria. Las vivo, las comparto, las embrujo pero se llevan mi sombra ennegrecida de absorbentes picardías.
No tendrás la dicha de redescubrir mis proyectos. Tuviste tu tiempo, tu hora, tu terca vanidad de fortuna. Porque por ella te llevó el viento, muy lejos, para quedar sólo en la mente de los memoriados, de quienes suplican por más y más momentos ambiguos y cariñosos.
Ya desperté de mi letargo andar, muy cansado, muy agitado, muy desvalido, muy dejado, muy olvidado.
La realidad es la valiente consejera de mis actos y la sicaria de aquellas fotos que dejaste plasmadas y selladas a fuego, en mi corazón.
No guardo ocasos durmientes que perturben las mañanas somnolientas, no dejo las huellas bordadas en la brisa del silencio, ni tampoco creo que la paz pueda mover montañas nevadas de dolor.
Aquellas fueron mis plegarias, las que cuando niño solía desperdiciar al viento, buscando cuentos reales de suntuosos castillos medievales que, con un soplido dejaron de parecer, convirtiéndose en polvo y en mi juez. Un verdugo que luego de entregar sueños estrellados, corría el telón para descubrir la verdad y la conciencia; la esquirla y la dolencia, el junco junto al río y el sauce llorando por uno más en el campo de batalla.
Por fin podré decir tu nombre, ese que tanto me dió y tanto me quitó. Ese que me acompañó de la mano y me soltó aún verde, aún inmaduro, aún mocoso.
Inocencia es tu verdadero nombre, aunque lo disfraces de Fantasía.
Cuántos habrán secundado tus portales de dulces recuerdos y caricias insufribles!
Cuántos pusieron en la decena de tus manos la llave más preciada de tu ser! confiando cada célula pura bajo tu manto de pureza, tibieza, amor, compasión y protección.
Basta de tantos encuentros con mi pasado. Los pisé bien pisados. Los amé bien amados, los extraño y mucho…
Volverán los colibrís a abastecer mi conciencia y a llenar de perfumes ansestrales mi locura desvalida.
Te necesito, bendita, aplaudible, sonriente, llena de carcajadas y vueltas y vueltas y vueltas que nunca me marea.
Me renace, me expande, me ilumina, me hace ser luz, vida, infinito y la mismísima nada.
Te pertenezco como todo, como todos. Gracias por ser parte de mi vida y los silencios que alguna vez dejaste encerrados en manos de Dios.
Cuánto necesitamos de ti. Te buscaré y te traeré de vuelta aunque me cuesten las seis vidas restantes.
Inocencia desvalida, cristal de roca que fraccionó la herida de mi conciencia. Eres historia y presente, locura y bendición, portal y muralla, pasado y futuro.
Por una historia más, por una infancia más alegre y placentera, iré hasta los rayos mismos del sol y te arrancaré para que ilumines nuevamente mi corazón y mi alma.
Todo será mejor, vas a ver vida… Todo cambiará… El mundo nos espera: inocentes y esperanzados.
Inocencia y ser: por siempre tuyo y por siempre mía!
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