Palabra
Brotas del alma y, sin ser «nada», creas la luz y el universo.
Convocas los sueños, mientras vuelan los signos, los sonidos y el silencio que te anima, que te atrapa.
Eres la vida… Y la enumeras. Eres el agua y el ozono, el amor y la guerra.
Tu breve existencia abre ventanas al espacio y heridas a la soledad.
Adjetivas el pensamiento, el paisaje; la ilusión de lejanía que nos brinda una campana cuando
—como un pájaro erratil— se pierde en los mundos interiores que cada hombre arrastra consigo.
Designas a Dios, la duda,
nos haces sonreír… Nos abandonas, y alegre, como una paloma, susurras el amor.
Y gracias a ti, pronunciamos el mar.
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