ubo una vez un hombre que se creyó árbol.
Afinó sus raíces, extendió sus manos
y pensó tal vez soy cedro, tal vez soy álamo.
Acogió a todos a su sombra, les ofreció abrigo
y reparo.
Algunos que estuvieron a su sombra,
fueron buenos y lo cuidaron,
otros se apoyaron en él y luego
partieron con su trofeo en sus manos.

Aguantó frío, lluvias y truenos;
y se puso contento cuando
algún amigo dibujó en su cuerpo
un corazón poniendo unas iniciales
y la palabra TE AMO.

Luego lo podaron,
partieron sus hijos,
algunos amigos y arrojo nuevos ramos.
Otros hijos, otros amigos, se pusieron a su lado.
Tomo nuevas fuerzas,
pero pasaron los años,
el viejo roble, esta viejo.
Ya nadie está a su lado.
Se fueron los verdes,
solo queda el páramo,
el hombre que quiso ser árbol
no fue cedro, no fue álamo.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS