El azadón rotura la tierra
como el lápiz sembrará el papel años después,
cuando ella ya no esté.
…
La remueve, la escarba, la subraya
para sembrar sobre ella los frutos
que a ambos han de dar de comer.
…
El pergamino recoge el trazo
brusco, incierto, ortográficamente mal escrito,
pero eso será después
cuando ella ya no esté.
…
La tierra sonríe agradecida a sus ternuras
y generosa compañera
se fecunda para regalarles nueva vida.
…
Él lo deja por escrito
con sus manos nudosas de hombre de campo
que no aprendió a leer,
pero eso será después
cuando ella ya no esté.
…
Son felices, son genuinos, están unidos
en la sencillez de la vida
que les regaló el haberse conocido.
…
Así lo recuerda él
pasados los años
ido el tiempo
aprendiendo a leer,
pero eso será después
cuando ella ya no esté.
…
Porque un amanecer
los hijos ya crecidos
los nietos desenfadados en sus juegos
el hombre, abuelo, inclinado en su diario quehacer
ella, abuela, dulce compañera, suave, etérea, feliz,
los contempla mientras prepara café.
…
Él lo cuenta de esa manera
así consta en sus memorias
que una amiga le corrige
mucho después
cuando ella ya no esté.
…
Y entonces el azadón cae sobre la tierra
que lo acoge en un abrazo
de calidez eterna
uno que canta el último suspiro presentido
mientras ara una huerta
que fue refugio y hogar
de un amor que ahora pretende inmortalizar,
pero eso será después
cuando ella ya no esté.
…
Porque el sol está alto
los nietos en silencio
los pájaros suspendidos en pleno vuelo
y él arrodillado
sintiendo un dolor inmenso
sabiendo sin que nadie se lo haya comunicado
que sus ojos se han cerrado
que su sonrisa se ha rendido
y que el aroma del café es el último hilo.
…
Y su amiga le quita una h a último
y le coloca una tilde a café,
pero eso será después
cuando le corrija las memorias que él ha escrito
tras aprender a leer
con el sólo fin
de mandar al cielo este manuscrito
para decirle a ella
cuanto la quiso.
…
Pero eso será después
cuando ella ya no esté.
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