La cordura cerró los ojos,

sus pestañas cayeron como agujas frías en el suelo.
Cansada de andar insomne,

de ahuyentar infatigable el despotismo humano,

sucumbió agotada,abatida como un fardo a la narcosis.
¡Es mejor ignorar!

vendar los ojos a la lucidez,

comulgar con la estulticia y la patraña,

rendirse al miedo.
Durmió, entonces, la razón.

El oscurantismo irrumpió sigiloso

como una hueste de arañas,

cubriendo con su tela pegajosa al intelecto.

El mundo es pasto de la manipulación,

a día de hoy,

la razón sigue durmiendo el sueño de los justos.

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