Naturaleza decadente.

Naturaleza decadente.

Karina Reynoso

04/07/2020

ECOS DE TIERRA (INJUSTICIA)

En los ojos del vecino, existe el espejo,

el que no miramos día a día,

donde la vida nos ofrece un reflejo,

sobre la inconsciencia de la fechoría.

Hermano de tierra, disculpa mi ignorancia,

de no entender lo que sufre tu sangre,

sobre tu carne, que grita clemencia,

sobre tu alma que en sintonía arde.

Conexión de almas que mueren de hambre,

tanto física como espiritual,

del ojo por ojo que nace del hombre, y muere en una patria sin moral.

El retrato de la injusticia toma un tono sepia,

con tintes secos de rojo carmesí,

revuelto con despojos de salvia,

desesperado por la sanación que compadecí.

Dolor colectivo de gritos ahogados,

en resonancia incoherente de angustia queda,

repletos de rabia y acordonados, entrelazados en kilómetros de desgarrada seda.

Ecos a oídos sordos,

de lamentaciones de cataclísmico poder sonoro,

¡Y retiemble en sus centros la tierra!,

deberíamos de gritar a coros.

Hermanos de sangre, patria y voluntad,

Luchemos juntos por tierra y libertad.

PILARES DE VIENTO (POBREZA)

Cantatas de ultratumba,

armonías de madrugada,

reclamos que retumban,

como piedras en rodada.

Deseos de lo etéreo,

en función de la carencia,

de sentirse como reo,

de la inanición y la tristeza.

De la vista nace el impulso,

de lo que no se puede obtener,

producido en un mundo insulso,

donde posesión es poder.

Vivir del día a día,

en precaria supervivencia,

se conjunta con la envidia,

de una realidad con incongruencia.

De los bienes materiales,

viene el supuesto absurdo,

de creer que son reales,

que no caen en un contrato burdo.

Y entonces me pregunto, sobre la nobleza de la raíz del ser,

si Dios desprotege almas,

que no tienen qué comer.

En contrapuesta renuencia,

con la fuerza de pilares de viento,

donde retribuye con paciencia,

a la élite desde el correr del tiempo.

Vientos huracanados,

tornados de destructiva prosa,

metáfora de los desafortunados,

miserables en el reparto de la rosa.

Fragancia de energía vital,

que nunca podrán obtener,

los esclavos del pavorreal,

hasta bajo tierra caer.

ESPEJO DE AGUA (DISCRIMINACIÓN)

Al ritmo del correr del agua,

en vibrato sinfónico de notas muertas,

se escucha una resonancia que fragua,

un sinfín de obscenas letras.

Letras en lenguaje mímico,

desde la crianza de los ancestros,

en los que existe un andar rico,

de reflejos humanos siniestros.

En la génesis del odio al prójimo,

basado en las banalidades de la textura,

donde en las diferencias de la tesitura,

se escribe un auto proclamado derecho ilegitimo.

Con la fuerza de un maremoto,

arrasando con fatídico resultado,

se recrea un latente alboroto,

dentro de un arcaico pensamiento alienado.

Con fundamentos de humanidad semejante,

retomamos vidas equiparadas,

con resultados de identidad desconcertante,

y de contradicciones envenenadas.

En el espejo de agua que es la sociedad,

se produce una onda turbia de amarga intransigencia,

sobre las vidas que dan en soledad,

debido a la superficial estética de la indecencia.

Basta de atroz altanería,

escondida bajos las políticas de la piel,

disfrazado de condescendencia impía,

derramando la esencia de la hiel.

ARCOS DE FUEGO (GUERRA)

Explosiones de incandescente lava,

desde el recóndito corazón del mundo,

con una imponente furia brava,

que se intensifica a cada segundo.

Heridas de impacto profundo,

hacen sufrir a la madre tierra,

cuando sus hijos queridos ipsofacto,

se declaran flagrantemente la guerra.

¡Hijos míos, no hay que temer!,

solloza a gritos la impotente naturaleza,

mientras observa su reino arder,

escondiendo con rabia su enorme tristeza.

El odio a la tierra y la patria,

de la que no nace su carne y sangre,

vuelve a la civilización opuesta paria,

en una intensa masacre incesante.

Como en juego de niños,

no se comparte ni se presta,

se convierte en intercambios negativos,

desenfundando en vivo la ballesta.

Pensamiento, color y religión,

ubicación, forma y sabor,

razones para unir a la región,

en luchas de gigantes al por mayor.

Riñas de poder orquestadas,

por los que tienen todo que ganar,

cuellos blancos en perpetua retirada,

con la única finalidad de avasallar.

Risas macabras en apoyo secular,

de enjambres inmensos de envenenadas mentes,

voz populi que no teme matar,

en pos ciega de agendas incongruentes.

La soberbia de los vivos,

no alcanza a comprender,

las advertencias de los muertos,

desde un oscuro anochecer.

La tierra es vida, más no vida eterna,

Es una utopía construida, por aquel que la gobierna.

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