Oigo tu voz apagada
cantando con tu dulzura
a un niño deseperado.
lo abrazo y no lo siento
el eco de un muchacho
llorando en este frio
En rejas de plomo y acero.
Te veo a ti a lo lejos
brillando en la armonía,
y yo ahora me siento
apagado en las penumbras.
Es todo lo que te pido
un poco de esa luz
que alumbre esta miseria
y no lo haga peor.
Me aburro en esta jaula
jugando con mi destino
buscando en el azar
tus lágrimas que sangran y duelen.
aun sueño en tu mirada
en tu suave y dulce caricia
que acaban con mi tristeza
pero nunca con ese llanto
que deja de torturarme
en la noche que es muy fría.
F: «El Poeta Triste»
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