I – Calles nocturnas
Estas calles
que transitan por el filo del reloj
y duermen en su húmeda nostalgiaEstas calles
que repasan las costuras del alba
y aclaran sus sombras
en la niebla del ríoEstas calles
que siluetean con dedos de viento
como niños desnudos
sus tatuajes de lluviaEstas calles
que besan con labios de luz
y trenzan el aire de la noche
bajo los soportalesEstas calles son versos
de palabras cosidas
en letreros anónimos.
II – Noctámbulos
Puedes reconocerlos.
Coleccionan silencios
o respiran montañas
o galopan caballos en el mar.Hablan con las cigüeñas que anidan en las sombras,
con los cisnes de luz
que nadan en el cielo
a la hora del río.Puedes reconocerlos.
Exhalan mariposas de cartón
que sueñan algún bosque.Desdoblan las cornisas
para tocar los labios de la luna.Puedes reconocerlos.
Los verás
si miras al revés
debajo de una sombra
prendiendo una candela
para alumbrar la noche.
III – Tratado sobre la luz
La ciudad
conoce bien sus luces,
la forma de sus sombras.Ya lleva tanto tiempo caminando
por noches sin destino
que puede distinguirlas
al tacto de su llama.Las que emanan un silencio blanco
querrían ser más blancas, más silentes.Las que alumbran de noche y de día
temen que al apagarse la oscuridad las cubra
con sus enredaderas.Las que brillan como ángeles de humo
a escondidas se enojan con aquellos que esquivan
sus praderas de luz.Las que lucen sin brillo
tras su velo de ocaso
andan buscando amor entre las sombras.Las que muestran lo sucio de la calle
esperan un ascenso
(estrella de galaxia por lo menos)Las hay que reconcilian a los mirlos
que se posan en el labio de la noche
y a oscuras anhelan ser el beso
la mano tomada por la mano del alba.Hay otras que alumbran al andante
y borran la miel de sus pisadas
con su manto de nieve
(ya luego, entre susurros, se despiden…
adiós, que vaya bien, regresa pronto).Están las que iluminan a pesar
del velo más oscuro de la noche
(aunque duden si el hueco de su luz
es fruto de la lluvia
o culpa del silencio).Por último estarían
las luces más marciales
ceñidas al rigor de su vigilia
(pues temen que al verso de la luna
una gota de luz se les derrame).Ya lleva tantas noches caminando
por tiempos sin destino
que puede distinguirlas
al tacto de su llama.La ciudad
conoce bien sus sombras,
la causa de sus luces.
IV – Dando vueltas
Retornas
del ruido arenoso del vinilo.Persigues la espuma
de luz magullada
que vuelve a girar sobre la noche.
V – Puerta del Sol
Acaricia las sombras con sus dedos cansados.
A pesar de la noche
hay virutas de sol suspendidas en el aire.—De dónde vienes?
Se hizo tarde, o ya te has despertado?Dos operarios barren
los restos del día en las aceras
papeles, corazones, plásticos…
alguna colilla—Te has perdido? o has perdido algo?
Cómo decirle que habito la ciudad
que desnudo las calles como un niño perdido
en la tienda de dulces.Una pareja cruza con sus labios
la luz anaranjada de la plaza.Un hombre sin prisa ni equipaje
dormita en la esquina de la noche
aferrado a la marea de su vaso.– Vuelve pronto. Sé feliz. Y no me olvides.
VI – Herir la herida
Aquí, años atrás, se alzaron barricadas
hay restos de metralla, al parecer
alguien disparó
a alguien
por algo.Defendimos nobles causas
dicen los contendientes
que dejaron el fuego de sus ojos
sobre los adoquines.Aquí, ahora, un poeta sin nombre
escribe unas palabras en el muro
sobre los restos de un viejo silencioCuántas veces la noche ha de llorar
en las aceras
Cuántas veces la luz ha de sangrar
sobre su sombra
Cuántas veces el muro habrá de ser
un paredón
Cuántas veces veremos fusilar a la palabra
Amor
VII – La mujer de aire
Desciende elegante por la calle hacia el río
sus pies se deshacen como en restos de humo
a su paso los coches
se tornan carruajes
que esquivan el barro de los años
y salpican de lluvia las arrugas
de la ciudad insomne.Su pelo de brisa interroga mis pasos
–eres poeta?– me pregunta
–solo escribo poemas– le respondo
–recítame, por favor, tu mejor versoSolo acierto a pronunciar la palabra
Amor
VIII – Ciudad dormida
Hay un tiempo
cuando calla la luz
donde somos meramente envés de lluvia
o pregunta del frío.Pero hay también un verso
una escalera al alba
unos labios que esperan tras la esquina
una rosa que exhala en las aceras
una puerta que abre lentamente.Una ciudad dormida entre tus manos.
IX – Paisaje urbano
Una brisa de algas se enreda en los semáforos. La calle es un río de neón. Enfrente un edificio silencia sus ventanas (casi todas). La chica del segundo lee un libro de cristal, y se hace bucles rubios en el pelo al leer. A veces atiende su teléfono (in)móvil. A veces se duerme bajo el flexo. La anciana del tercero toma asiento en su lado del sofá, y conversa afablemente con la lluvia, que ocupa el otro lado. El hombre del quinto me hace un gesto cordial, mientras busca la luna en su bolsillo. La noche sale a fumar a los portales. Un coche merodea en busca de su sitio. Las hojas de los chopos espuman el silencio y arropan en sus sombras pequeñas salamandras luminosas.
El tiempo es esa espalda que se aleja.
Las palabras son náufragos en busca de un poema.
Y casi a medianoche
si cierras bien los ojos
se escuchan los aullidos de todos los amantes.
X – Inventario del amanecer
La palabra que duerme en mis oídos
Una estrella que insiste en no apagarse
El poema que huele a madrugada.
XI – Oración de la mañana
Que un rayo de sol turbe mi ventana
o que la lluvia arañe mis cristalesQue la palabra Amor no se desgaste
después de tantos ciclos de lavadoQue tome de una vez la decisión
de ponerme el traje de la VidaQue deje de esperar la luz perfecta
y acaricie suavemente la palabra ErrorQue hoy, como ayer
sigamos caminando
por las húmedas calles de un poema.
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