El Sendero Prohibido

Provisto únicamente de hoja y pluma.

En el valle de la locura perdido vengo.

Cuestionándome abatido en una espesa bruma.

Misma donde con firmeza el juicio aún mantengo.

¿Podrá dolerme el alma tanto, ahora tan confundido?

¿Y entre garras de incierto podré ser fiel conmigo?

Despertando sin querer en mí lo más profundo

Que será de mí, ¡ay, que no encuentro rumbo!

Así me la he pasado, vagando en pensamientos

Mientras que de manera dejo a un lado

El supuesto camino recto

¿Sabrán acaso mis hermanos?

¿O quizá mis amigos más eternos?

¿Que otro sendero he cruzado?

¿Y a extrañas pasiones me he entregado?

Por un lado tengo el futuro

Por otro un destino congelado

A lo cual siempre cuestiono

¿Tú cual escogerías, oh mi querido hermano?

¿El que te hace feliz o el que te tiene asfixiado?

Eso sí, de algo no cabe duda

Cada vez más alto avanzan aquellos

Viendo desde Allá arriba mi falta de postura.

“¡Allá se quedó el estancado, sintiéndose perdido!”

Dirán amigos, parientes y algún conocido.

Personas sin gracia alguna.

Vuelvo y cuestiono en mí, en el fondo de mí ser.

¿De verdad tengo aquél sendero prohibido?

Y si es así, ¿por qué?

Si mi mente lo anhela

De eso mi corazón es testigo.

Al igual que la sangre en mis venas

Y la agudeza de mis sentidos.

En aquella primera y bien conocida vía.

Pesco, busco y tiro sin nada encontrar

Mientras que en la segunda, ¡mala mía!

¨Pensamientos sin fin llegan a mí a deparar

Un árbol muere, mismo por el que me desvivía

Otro más pequeño nace, el del dolor y alegría.

¡Qué estafa de la vida! Grito siempre sin cesar.

Yo que nunca me enamoro, yo que nunca me ilusiono

¿Podré por fin renunciar a todo, a todos?

¿Y las humillaciones de los demás solo aceptar?

¡Qué traguen tierra! ¡Ellos jamás entenderán!

El deseo fervoroso de a lo extraño amar.

Que Mientras exista en aquel sendero la eterna felicidad

¿Qué más da, mi querido mundo, qué más da?

Y si esta vida me da poesía.

¡Poesía he de dedicar!