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Sabía que si de alguna forma estabas ahí flotando,
no habría razón en la eternidad,
ni luz en la oscuridad que fuera tan despiadada,
que mi voz despegaría de tu lazo de amor profundo,
y tus ojos de deshielo,
que derriten suplicando,
un reencuentro en tu mirada.
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Meciéndose mi alma es envuelta,
bailando al par de tus pensamientos,
se rige de tus momentos mi vida,
colgando de un precipicio hambriento.
Se estanca en cualquier barranco,
cayendo cual desperdicio.
Lo cierto es que estar contigo,
por siempre será mi vicio.
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Siendo extraña situación,
nos envolvió tal que así,
que repentinamente suspirábamos
temores de lo ajeno y lo prohibido,
y entendiendo del amor lo que he aprendido,
que si es sólo no es tan sólo
si a la vez estoy contigo.
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Y me desperté, contigo en la mente.
Sobresaltado.
Lleno de respuestas y conclusiones.
No había preguntas, sólo certezas.
Pocas opciones, más bien ninguna.
La duda trancó con llave,
aunque nunca existió una puerta.
Un sólo cuarto se encuentra,
blanco pero vacío.
Con un mundo entero dentro,
dibujado con tu cuerpo y el mío,
hace que echarte de menos por fin,
se vuelva un olvido…
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Dichoso será entonces,
odiar el amarillo atardecer
que me recuerda a tus cabellos luchando contra tus marrones ojos,
y la brisa de tus brazos
que me envuelve color rosa,
a la sensación más hermosa
del universo entero.
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Me maravillé.
su atuendo blanquecino,
librado de toda culpa
y a la vez culpable
de tan hermoso ser…
Era un ángel
engendrando pureza,
bajo mi lluvia apasionada
de amor entrañable,
donde cada aspecto
de su cuerpo regalaba sonrisas
al mundo entero.
Mis mejillas,
implorando al dios
manifestador de besos,
enfurecieron rotundamente
al llamado intenso de mi alma.
Así nevando su fortaleza brilla,
se expande por cada jardín
de mi patio rojo,
creando un suave
pero feroz contraste,
entre su alma pura
y mi corazón ardiente.
El tiempo se detuvo.
Su luz reflejada
en espejos de frialdad,
tornaba su mirada misteriosa,
y así, como por arte de magia,
pasó de ser
la delicada mortal perfecta,
a la inquebrantable mujer,
que con su integridad
y frágil desnudez,
entró por esa puerta,
vistiendo un elegante
traje de ballet.
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Celeste es tu mirada al mar,
que irrumpe en surcos
sobre este poema,
los vientos se querrán volar
y los cielos bruscos
romperán la arena.
Tu fuego quemará mi Arán
y las gotas tú,
volverás de piedra.
Pequeñas entre yerbas van,
hacia el otro mundo,
hacia la otra tierra.
En ellas la raíz se irá,
hasta el cielo mismo
de la espesa selva,
queriéndote alcanzar jamás,
ni las tristes flores,
ni la densa niebla.
Sentido alguno no habrá,
en el juego enorme
de la duda eterna,
si tus alas las querés mostrar,
o si es maldad
lo que tu alma alberga.
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Hay personas mágicas… te lo prometo;
yo sí las he visto,
a lo largo del tiempo;
sonríen despacio,
caminan muy lento;
para ser apreciadas
a través del silencio.
Sus ojos no pesan,
sus labios son quietos,
definen un beso
como algo discreto,
mas siempre se apegan
al mismo concepto,
el beso no es beso,
el beso es perfecto.
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Y por ti
lo dejé todo,
por ti.
Te vi,
te dejé ir.
Morí.
Te amé,
viví,
creí.
Crecí,
nací en ti.
Jugué,
sentí.
Te vi,
te vi feliz.
Fuiste todo.
Y yo,
todo lo fui por ti
Y por ti
lo dejé todo,
por ti.
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