Relatos de una escritora sin rostro

Relatos de una escritora sin rostro

Rachel Austen

21/08/2020

Chica catástrofe,

Ya por hoy no sé si quemaste tus manos o estás podrida por dentro.

Si te ahogas en llanto o solo sonríes;

Si ahora sueñas o solo vives.

Solo sé,

Que un día revolucionaste el mundo con un llanto y una risa.

Y desde entonces eras poesía para todos

Y un monstruo para los ignorantes.

No sé hoy mueres de miedo o gritas más fuerte,

Si huyes o solo te escondes.

No sé si sigues robando corazones o dejando que acaben con el tuyo.

Solo sé,

Que eras guapa

Y muy imposible.

Y que por eso te odiaban mucho

Y que a ti no te importaba tanto.

Chica revoluciones,

Me pregunto si aún tiemblas o si lo haces en lugares públicos.

Si ya te quebraron

O colgaste tu cuello de la soga.

Si ya te tallaron en un museo

O si ya rompieron todas tus partes.

Chica catástrofe con estrellas en su nariz

Y el mundo entre sus manos.

Ya por hoy me pregunto si la chica de los periódicos eres tú…

Si hubo alguien que te hizo más daño del que podías soportar cuando para empezar eras demasiado frágil para ser tocada.

Si estabas tan sola como dicen al momento de morir

Y si por un momento soñaste que alguien viniera a salvarte pero nunca nadie vino.

¿Qué tan devastada estabas para pensar si quiera en morir?

Oh, mi pequeña niña de pies manchados,

Me preguntó quién fuiste justo antes de morir.

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La niña que no podía llorar.

Había una vez una niña que no podía llorar,

Que cuando nació lloro mucho

Y todos en el pueblo se quejaban porque la niña lloraba mucho y no los dejaba dormir.

Un día, su padre enojado la golpeó hasta que le salió sangre de la boca

Y de los ojos

Y de las manos

Y enojado le dijo que si volvía a llorar le sacaría los dientes porque llorar era un pecado.

Asustada la niña aprendió a reír muy duro

Y por las noches se hacía heridas en las manos y en la boca.

Un día la mamá de la niña murió

Y su padre lloro hasta que no le salieron más lágrimas y todos en el pueblo también lloraron porque la madre de la niña había sido una santa con todos.

Pero la niña no lloró en lo absoluto.

Y al día siguiente su padre tomó agua y volvió a llorar hasta que se quedó sin lágrimas.

Extrañada la niña le preguntó porque lloraba

Él hombre enojado le gritó «!Porque a muerto tu madre, monstruo!»

«Pero dijiste que era pecado» replicó la niña.

Su padre tajante respondió antes de ir por una botella de alcohol «Porque tu llanto era feo»

La niña pensó que su padre lloraba más feo que cualquiera en el pueblo pero nunca se lo dijo.

Más tarde su padre murió y la niña de nuevo no lloró porque su llanto era feo y la verdad es que ya se había olvidado de cómo hacerlo .

Y la niña siguió cortándose el cuerpo porque le dolía el corazón y de noche no podía dormir.

Pasaron los años y un día un hombre asqueado de su cuerpo le quitó los ojos porque era demasiado fea para mirarla.

Y la niña murió sin llorar nada en lo absoluto

O sin reír aunque sea un poco

Porque un día tampoco pudo reír porque se había roto toda la boca.

Y justo antes de morir entendió que le había dolido la vida siempre y que Dios nunca dijo que llorar era un pecado.

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Nada.


Me pregunté qué pensó al escribir su carta de suicidio.

Me senté en una esquina y inhale el olor a tabaco.

Observe las manchas de pintura y las sangre que se mezclaba con ella.

Vi sus libros rotos, sus botellas de whisky, su comida podrida, el moho y la desesperación filtrándose en las paredes y pegándose a cada parte de él.

Lo vi roto, con la mirada salvaje al borde del llanto y los nudillos llenos de sangre.. Lo vi rasgando su piel como si rechazara el cuerpo en el que vino.

Vi como se escondía entre mucha ropa, como dejaba de comer y de dormir…

Vi a alguien aferrándose a nada a las cuatro de la mañana mientras suplicaba que parara, que por favor alguien viniera a salvarlo y a la vez que solo lo dejaran en paz hasta esconderse por completo en esas cuatro paredes.

Vi el miedo en sus ojos, el temblor de sus manos y sentí como le faltaba la respiración y se le oprimía el pecho solo por salir a la calle.

Vi su dolor mirándome a los ojos sin tapujos.

Vi a el monstruo que se había aferrado a él por tanto tiempo lucirse en la habitación orgulloso…

Por esos segundos pude ver lo que había sucedido en meses.

Pude verlo podrirse mientras todo el mundo seguía con su vida como si el dolor no existiese…

Como si el fuera nada cuando estaba lleno de todo ahí dentro.

Me pregunté qué pensó al escribir su carta de suicidio.

Entonces lo supe: Nada.

Después de todo el había muerto hace meses antes de esa noche sangrienta.

«Alguna vez amé y me quebré para no volver. Alguna vez estuve aquí y olvidé cómo respirar correctamente…. A quien corresponda: grite antes de que sea tarde»


-Rachel Austen



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