Debilidad de la carne
Vago y recorro los placeres
me desplomo
y me ahogo sin saciarme
trago y el cuerpo cae.
Cae en el consumo,
cuerpo maltratado
por la desesperación,
por lo imperfecto de la carne.
No vendí el alma,
pero despoje al cuerpo
sin justicia y con pena.
Esta sucio e inerte,
no siente, no hay deseo,
las penas siguen
como las cadenas
de la condena.
Mientras ella sigue,
contemplando, repasando,
las peores decisiones
que no se apartan.
Luego los reproches,
las marcas que no se quitan,
las huellas que no desaparecen,
los actos impuros
de intrepidez y debilidad.
En las sombras
queda lo que consume la mente,
lo que crucifica y va calando,
formando torres de decepción.
La desesperación cae,
el cambio no se anima
y los impulsos
ganan otra batalla,
que destruye
poco a poco esta burda carne.
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