Hechizo íntimo

Hechizo íntimo

nanwele

14/08/2020

HECHIZO ÍNTIMO

Ayer busqué un verso sorprendente

/mi chocolate del día para saborear su dulce-amargo/

En este encierro obligado, añoré

los orines de las calles cercanas, la sopailla del carro

y hasta patear la bolsa de plástico corredora

Era nostalgia del simple mundo de un año antes.

Hoy me duele todo el cuerpo

/desde la uña pequeña a los cabellos/

Es el fin de mi ciclo, derrotada la ilusión de ser eterna.

Duele más cuando no puedo ocuparme

/encerrada en un lugar y vigilada/

Por eso me escapé esta mañana, armada de valor

protegida de guantes, mascarilla y el permiso.

Fui a la gran aventura de una calle extraña

Mostraba sedimentos del diluvio.

Olía a barro, piedrecillas y frio.

Caminé por la acera entre personas tristes, preocupadas.

¡Olvidé mis propios dolores en el camino!

Ahora estoy a la espera de mi milagro diario

el verso asertivo, inteligente

capaz de regalarme sabor dulce y amargo.

Miren 

entre un viento amenazante

instalé un nido para mi verso

teñí sus velos amarillos

y sellé con miel la entrada

la higuera se meció orgullosa

En mi verso todo se puso de cabeza

piaron los perros,

ladraron los gorriones

y croaron las palomas

había olor morado y los limones sabían a miel

La madrugada de hoy

la locura ululante entró a mi casa

camuflada en una ráfaga de viento

Escuché sisear su cuerpo en la alfombra

Pensaba que dormía

Yo acababa de beber un elixir de verso

y no me encontró mansa

Ha tenido que abortar su viaje

regresando con la mochila vacía

ante el Lucifer mendigo

que le encargó mi alma.

Tuve que decirle Basta,

aquí no hay desesperanza ni miedos

no cabe el desaliento, duda o desconfianza

cuando Dios me ha mostrado sus milagros.

Mi canasta tiene Certeza en abundancia

y le ofrecí para beber, un vaso de Fe dorada.

Anoche soñé un sueño alucinante

un niño me habló desde mis entrañas

como si fuese yo misma

al danzar ingrávida

en mi propio vientre

Hoy, al despertar,

dejé de buscar felicidad arañando las paredes o,

hurgando los secretos dentro del arca ajena

Descubrí que el aire ya no se va de mi mano.

No olvidaré mirar tus ojos, tocar tu mano, oler café

escribiré mis iniciales con aliento en el cristal de la ventana

Recordaré cuál ruta lleva hasta tu casa

Al morir

Comenzaré otra vida cuando sea aquí,

un mero recuerdo en esta tierra,

sólo una tumba para adornar con flores

Pulverizado esqueleto con mirada de ciego.

Hoy, enhebro palabras en el Ciruelo floreciente

palabras grandes y otras más pequeñas

agitadas al viento hablan de dolor y ausencia

pues al amor no pude aprisionarlo.

Ese, mi cómplice, al que derribó un marzo

Ayer estuvo en el aullido del viento

palomo muerto a fines del verano

empapado de lluvia, vigilante

Escuché arrullos en el techo del frente

Reviví el aroma de su abrazo

la risa fácil, el cuáquer humeante

Anoche pude estrechar su desdibujo

olía a café con aguardiente y

me abrigó del frío que se colaba en las rendijas.

Todo, todo sucediendo en el Rincón del Cielo.

Mañana será lluvia torrencial en las ventanas

Hoy atrapo versos con un clip enano

versos prohibidos

moras y frambuesas tiñen mi boca

juegos negros de una lengua ladina

En la niebla la torre acuña estas palabras

y permite el arrullo de un fantasma

enloquezco

Escribo versos, sólo escribo

como serpiente en el paraíso estéril

Mundo donde los ángeles no llegan

pesebre del sexo, hilo de la voz

Sobradas añoranzas

Estirpe de penas

Desatención del cielo

Se arma y se desarma un verso malo, extraño

con el alma abierta y cerrado el libro de sinónimos

Olvidados dejo los poemas conocidos

para no copiar imágenes repetidas

Revivo mis propias noches sudorosas

escribo sin pudor

para borrarlo luego cuando re-escriba el texto mal parido

Consciente de no ser poeta de las buenas

No espero voces que me alaben entusiastas

al igual no temo a los puñales

que se hundan en mi carne

La inspiración viene de donde no la espero

Escucho lo que dice el cristal mohoso

huelo el sonido permanente de mi propia sangre

Malabarista del planeta

a pesar de cualquier consejo

enhebro sueños holgazanes

no escribo lo correcto

Confieso lo que siento, con calma o sin tenerla

en un reparto de mendigos

donde abunda el desprestigio

Aún me atormenta el recuerdo lujurioso

de tu camisa, casi partida

puedo ver, como verdadera fruta del demonio

asomar apretada carne, regalo del destino

Es tu pecho, firme y tibio, el que acaricio

con mi roja mano de sol caliente

mientras un deseo animal

surge desde mi gastado corazón de hembra

Alegre como al despertar de un sueño rancio

arrastraré mis ojeras en esta amanecida

Vislumbro el cielo que blanquea, un resplandor alumbra

avanzo con un caminar ebrio

Lejos quedó el reloj del cielo

El recuerdo del amor que estreché en mis brazos

los vasos inútiles

Apagado el fuego, en medio del follaje

como manta olvidada

la ilusión saturada de niebla.

Antes de él, en mi mundo aparte, estaba salva

Por sus ventanas no entraba deseo ni desprecio

Le abrí el portal

Entró y salí de mi encierro

Después de un beso

de la mano su deseo caminó con el mío

Al abrir el cuaderno de mis poesías interiores

profanó con curiosidad de hombre

una y otra página indefensa,

decretando el vuelo de los ingrávidos versos

Todo lo volcaba con un beso

un bramido recóndito

brisa tibia, incitante deseo

capullos de delirio y mucha primavera

Los apagados tonos de mi esfera

se tiñeron de fuego vivo

Mi aura nunca más tuvo matices tristes

Rota la noche, un tornasol diluye mi recuerdo

Hoy olí café y como si aún fuera mi cómplice

imaginé compartir la taza de café humeante

El aroma, tan familiar de este brebaje

dúo grato

detonó dolor

por esas mañanas que no regresarían

Había muerto.

No esperé de él saltos en la cama

con los pies desnudos

tampoco sus cantos en la ducha

ni que hiciera gárgaras en el baño

pero esperaba sus amables palabras

la tibieza de sus manos

sus abrazos

Al lado este, aún está el patio de la higuera

Al lado de la torre que otea al cielo

La casa verde, el rincón alto donde juego con las palabras.

Me abrazo a la higuera

Suspiro profundo y acaricio su tronco envejecido

como si fuera el cuerpo de mi nodriza de verano.

Giro a su alrededor sin soltar el tronco

hasta sentir la compleja embriaguez de infante

Decido realizar “un acto heroico”

Dejar atrás el pasado

Una corriente fría me azota el rostro.

Largos meses del invierno se arrastran

jalando además, algunos días de la primavera

y aún estamos en cuarentena

Cierro la puerta con brusquedad

escucho astillarse un retrato cayendo al piso,

desplazado del clavo que lo sujeta a la pared norte.

El cristal se rompe, pero con todo

¿Quién puede culparme por ser solamente una mujer herida?

De todo y nada

se ocupa esta mente retozona

en las horas de cárcel

Una balada romántica

teñida de sensaciones ocultas

impertinente se cuela por mi manga

y la ahuyento

porque necesito tejer la manta blanca

para un nonato que crece en el vientre.

No es correcto, dónde se ha visto

mezclar recuerdos indecentes con lana inmaculada.

Epílogo

Se soltó del encierro una voz caliente

por una fisura estrecha del asilo de ancianos

Está suelta en el éter de Santiago

desafía a cualquiera que le corte el paso

Eso fue hace una semana

Hoy se codea con poetas muertos

y teje una manta para romper

el silencio de una lengua entumecida

Mañana no estará visible como señal brillante

sus gafas quedaran en el olvido

El aire colgará sus pensamientos

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