Sueño con mis siete años, con esos pies del 34 que no llegan al suelo sentada sobre la silla del colegio. Regaliz y palodú en el puesto de Juanito y la cara de Juanito que no recuerdo, que me la invento. En el sueño hay olor a perdices, a huevo pasao por agua y a laca de mi abuela. Me depilo las piernas con tapones de Fa. Desde la bañera miro mi mundo poblado de clicks que me están esperando.

Sueño con esa niña de paletas grandes que a veces reaparece en los sueños revisando el ticket de la compra antes de llegar a casa, limpiando los zapatos en domingo y viendo a mi madre guardar el dinero en un sobre.

Hoy mi rutina es bien distinta y no hago aquellas tareas con la misma constancia que cuando era pequeña. Tampoco pelo habas ni pongo los garbanzos en remojo. Han cerrado las mercerías, las ferreterías y los todo a 100, y el afilador ya no pasa por el barrio pero entre los grandes tesoros de mi infancia guardo este recuerdo de mis siete años.

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