¡Si es que tienen razón! Soy un desastre. Siempre tarde.
Pero es que tampoco se dan cuenta que vivo en la otra punta y que no se puede estar en dos sitios a la vez.
¿Pero dónde coño va ese?
¡Ay, Dios mío! ¡Qué me lo he saltado yo!
¡Lo esquivé!
¡Se me va! ¡Frena! ¡Me la pego! ¡Frena!
A tomar por culo.
¡Crash!
Dicen que si el cerebro está sobreestimulado nuestro reloj interno se acelera al máximo y la capacidad de percepción se dispara a límites insospechados, tanto, que sentimos que el mundo que nos rodea va más despacio.
Indudablemente es cierto.
Por eso puedo recordar milimétricamente cada detalle: el tintineo de las llaves que salían de mi bolsillo derecho, el color de la baldosa donde apoyé la compra, el chirrido del portal cuando lo empujaba,…, las ruedas frenando, el olor a goma quemada y, por supuesto, el coche a cámara lenta dando tumbos y subiéndose a la acera donde la señora mayor, vestida con un chándal rosa, estaba paseando a su perrito Chihuahua.
Y después,…, ese sonido rotundo.
¡Crash!
Debería dejarlo. Total, lo que fumo y nada es lo mismo. Pero cuando salimos de la asesoría a tomar el café me apetece un cigarro.
También éstos podían esperarme un momento. No les cuesta nada. Además hoy hace buenísimo.
Ahí va la señora Engracia con Toby. Menos mal que no me ha visto, sino ya estaría aquí riñéndome con lo de la dichosa gotera.
La mujer tiene razón. Estos de los seguros cobrar bien que cobran, pero luego para arreglar las averías siempre tiran de excusas.
¿Pero dónde va ese loco? ¡Ay! ¡Qué la pilla! ¡Qué la pilla!
¡Crash!
Ya te digo. ¡Pocas cosas pasan!
Menos mal que los chavales del colegio a esas horas están dentro. Si llega a ser media hora más tarde, se lleva a alguno por delante y lo mata.
Mira que lo he dicho veces en la reuniones del centro cívico: que hay que poner un radar, un badén o algo parecido. Que la gente corre mucho.
Pero ni caso. Parece que no quieren enfadar al ayuntamiento con quejas. Vaya directiva.
Un radar. Tal como te digo. Un radar.
¿Tú has visto cómo quedó el muro? Es que fue un carromato de esos grandes. Un todoterreno. No te imaginas el topetazo.
¡Crash!
¡Crash!
– Señora Engracia. Señora Engracia. ¿Está usted bien?
– ¿Eh?
– ¿Qué si se ha hecho daño?
– No hija, no. De milagro, pero no. Menudo susto. Venía andando con Toby y,…
– Ya lo he visto. Estaba fumando allí y lo he visto todo. Bueno, ya pasó. Ahora tranquila. ¿Quiere sentarse? Yo me quedo con usted y en cuanto estemos todos más tranquilos llamamos a su hijo.
– Sí, sí. Hay que llamarlo.
!Crash!
Y no veas que “Crash”.
Yo no estaba allí. Pero me han contado que no hubo una desgracia de milagro. Qué por intervención divina no se llevó a un par de señoras que estaban esperando en el semáforo.
Me ha dicho una amiga, que tiene un hijo que es municipal, que el conductor iba borracho perdido y que el coche, que era muy bueno, creen que era robado.
Ya ves, menuda pieza.
¡Crash!
¡No sé quién te crees que eres, pero a nosotros no nos escupes ni tiras en la cara ese aliento pestilente!
¡Tú! ¡Mírame¡ ¡Oye, no te quedes ahí parado!
No, si todavía la tenemos. Pero dime algo. Pide perdón o lo que sea. Qué cuajo tienes, tío.
Mira, ya me he cansado: ¡GUAU!¡GUAU!¡GUAU!
– ¡Toby, cállate ya! ¡Estate quieto demonio de perro, que te vas a quemar con el vapor del motor y el aceite!
¡Crash!
Sí, hija, sí.
Yo estaba saliendo de la frutería y de la impresión se me cayeron las bolsas y rodaron todas las naranjas. Perdí la mitad debajo de los coches aparcados. Ahí están pudriéndose algunas. Pues eran bien buenas, de esas de mesa. Dos euros y pico a la basura.
– ¿Cómo se encuentra?
– Me duele un poco el cuello y la espalda.
– Bueno. Usted no se mueva del coche, que ahora vienen a atenderle. ¿Del resto está bien?
– Sí, sí. Vamos no me duele mucho. Cómo está la mujer.
– Está bien, no se preocupe. Está con esa chica que la conoce. Paso cerca pero no la ha tocado.
– Es que me he despistado y me he saltado el semáforo. Madre mía. La que he podido liar.
– No se preocupe por eso. Lo importante es que no ha pasado nada. El resto son cosas que se arreglan con dinero.
– El seguro y todo está en regla. No he bebido ni nada. Es que venía nervioso. Se me ha ido la cabeza pensando en otras cosas. Madre mía. Menos mal que no ha pasado nada. Menos mal. ¿Ha perdido usted algo? ¿Qué está buscando?
– Nada. Me he dejado las llaves en la cerradura del portal. Ahora voy a por ellas. Pero usted no se mueva. Enseguida llegarán los sanitarios. Ese hombre los está llamando.
¿Oiga, Policía? Llamo por un accidente. Un coche se ha empotrado con el muro de la calle Mirabel.
Manden una o dos ambulancias. Puede haber dos heridos.
Sí, están conscientes y aparentemente bien. Pero no soy médico.
Y a ver si ponen un radar en el cruce. De milagro no ha habido una desgracia.
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