Aquel día, día de Andalucía, un céntrico restaurante las cosas que pasan en el Yin y el Yang, fórmula global, halo de la perfección de los grandes momentos.
En aquel presente no se sabía quién era el blanco quien negro, éramos dos. Cayetano el barman, hombre atento y mayor, en rigurosa espontaneidad tras larga y amena conversación e intercambio de pareceres, nos ofreció un valioso licor añejo, de mucho cuerpo, que permanecía perpetuarse en aquella hornacina. Apartando telarañas sacó la botella de incalculable valor guardada a través de los tiempos en el salón, como oro en paño formaba parte en las colecciones de la decoración.
Espontaneidad, experimentada genialidad, nos ofreció aquel licor.
A mi amigo P.
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