Me gusta pasear por esta Plaza y observar la gente, ver los escaparates de las tiendas. Miro los balcones de las casas y me imagino los largos pasillos, sus muebles antiguos, las lámparas colgantes que penden de los techos altos. Pienso en el despertar de sus gentes con el chirrido alegre de las persianas de las tiendas al abrir por las mañanas, el bullicio de las personas, tan variopintas, que pasan de aquí para allá, dándole vida.
Poco a poco, entre risas y voces llega la noche con el ruido seco, cansado, de las persianas que cierran las tiendas, los faroles se encienden y la plaza iluminada es espectacular.
Todas las navidades voy a los puestos que se ponen en ella y compro figuritas del Belén y adornos, ni que decir, que tengo un nacimiento muy completo. Recuerdo ir con mis sobrinas cuando eran pequeñas y observar sus caritas y tantas preguntas; ahora son mayores, y viven lejos, muy lejos de ella, pero yo sigo yendo, disfruto paseando y observando todo. La Plaza Mayor allí esta, recibiendo miles de personas que viene de distintos lugares del mundo y ella con sus soportales tan acogedores les recibe serena, alegre y cargada de antigüedad.
Voy con frecuencia a pasear, me encanta y siempre descubro algo nuevo que llama mi atención. Me gustan los pintores ambulantes y una vez tomando unas cañas con mi hermana Ana Carlota me hicieron una caricatura de forma espontánea, un chico joven, que ilusión, se la compre, mejor dicho, me pidió la voluntad.
Ahora dos Meninas presiden y no puede faltar una foto de recuerdo.
Siempre encuentro alguna disculpa para ir a este entrañable rincón de Madrid: su Plaza Mayor.
Madrid, 14 de junio 2018
Dedicado: a Leonor y Ana, a Pedro que también le gusta y al pueblo de Madrid que es tan acogedor.
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