Desde que tengo memoria, siempre he vivido aquí en Tonchigüe un pueblo pesquero y ganadero en la costa ecuatoriana, y aunque mi padre dice que no somos nativo de aquí; yo me siento propia de Tonchigüe.

Mi nombre es Cinthia Llaguar Perlaza, nací en un pequeño pueblo de la sierra ecuatoriana llamado Salinas, oculto en medió de las montañas de la cordillera de los Andes que cruzan por Ecuador separando el país en tres regiones muy diversas. Cuando tenía tres meses de edad mi papá se trasladó conmigo en brazos a Tonchigüe, sin familia donde acudir y con setenta sucres en el bolsillo trasero de su pantalón. Cuando llegamos a este pueblo casi desconocido para el mundo, mi papá pensó que sería difícil encajar o sobrevivir pero como bendición del cielo, no fue así.

Doña Herlinda Cuero una mujer de unos sesenta años, pero que según mi padre reflejaba unos cuarenta y ocho años en ese entonces e incluso parecía más joven de lo que afirmaba decir, e incluso le hacía tilde al dicho popular “EL CALDO DE GALLINA VIEJA, SABE MEJOR “.

Aunque según mi papá nunca probó del caldo.

Fue esa mujer quien nos acogió en su hogar, nos dio un techo y alimento. Al ser un pueblo pesquero mi papá se adentró al mar, pero él no tenía ni la minúscula idea de cómo era la pesca y aunque le costó mucho aprendió el oficio de pescador. Pero lo que nunca pude entender es porque no escogió la vida del agro; a la cual si estaba acostumbrado desde niño, bueno él nunca me lo reveló y creó que ese secreto morirá con él.

Por mi parte desde que llegue a la casa de Doña Herlinda siempre vive hay hasta los quince años, ella me crio como una nieta más y yo creí como un miembro más de la familia Cuero, cuando era una bebé María Solange quien era hija de Doña Herlinda me daba de lactar e incluso pensaba que María Solange era mi mamá, como hasta los seis años. Pues mi papá pasaba poco tiempo en tierra y yo pasaba todo mi tiempo con los niños Cuero, era tanta la unión, que había entre nosotros que nos decíamos ñaños. Recuerdo una anécdota de mi infancia que nunca pienso olvidar: esto paso cuando tenía cinco años, todavía no iba a la escuela pero los chicos más grandes nos enseñaban un poco de lo que sabían a nosotros y aunque parezca raro logre captar casi todo aprendiendo a escribir y leer rápido. Y cuando Doña Herlinda se dio cuenta de esto me llevo a la escuelita para que me matricularan e ingresara a clases a medio año electivo, tanta fue la lucha que el director termino cediendo e ingrese al segundo grado a medio año electivo, no fui ni la peor ni la mejor del grado pero logre pasar al tercer grado, aunque los profesores me hicieron repetir el segundo grado y Doña Herlinda seguía luchando porque me pasaran al tercer grado pero lo profesores no cedieron, por lo cual Doña Herlinda no pudo hacer más pero nunca descuido a sus nietos ni a mí en los estudios.

Cuando tenía quince años Doña Herlinda falleció fue uno de los peores acontecimientos para mí y para papá, pues aquella mujer nos acogió como un par de hijos más. Después de este acontecimiento nos mudamos a otra casa, papá dejo de trabajar con la familia Cuero y con los sucres que había reunido se montó un taller de sastrería.

Y fue en este preciso momento donde le hice a mi papá una pregunta muy importante que estaba sujeta a varios enigmas de mi pasado; ¿cuál era mi segundo nombre? La pregunta le tomó por sorpresa pues habían pasado una década y medía y nunca supe cuál era mi otro nombre, esta pensaba que solo me llamaba Cinthia y nada más. Pero María Solange me había dicho, que haga esa pregunta cuando esté segura de hacerla y preparada para recibirla.

Alejandra.- ese es tu segundo nombre, me dijo y aunque para mí en ese momento no fue nada para él si lo fue.

– Ese es el nombre de tu mamá y hoy es el momento para contarte ¿por qué nunca la conociste? y ¿por qué estamos aquí?- lo dijo con una voz triste… Cuando era un adolescente conocí a tu mamá en este mismo pueblo, nos enamoramos, por la situación económica de los dos solo podíamos vernos una sola vez al año… Yo viajaba cada Marzo para visitarla aquí, tan solo por dos días, el viaje de Salinas acá era muy largo pero valía la pena… Hasta que un día Alejandra huyo de su casa para irme a buscar a un pueblo casi difícil de localizar en la sierra, hasta que un día llego a Salinas cansada y agotada. Fue el momento más feliz de mi vida y luego de un año naciste tú… Tu mamá me dijo que deseaba ponerte Cinthia como su madre a la que nunca conoció ya que falleció al momento del parto y verte crecer cerca de la playa riendo, jugando a lado de nosotros como una gran familia; y que el otro nombre lo pusiera yo, pero nunca pensé cual ponerte… Cuando te vi por primera vez, quería ponerte Carmen, pero la felicidad de verte se nublo cuando enfermo tu mamá después del parto y falleció después de dos meses, así como tu abuela materna. Y entonces decidí ponerte Cinthia Alejandra y es el motivo por el cual regresé a Tonchigüe para siempre tener presente a la única mujer a la que he amado en esta vida…

Después de esa confesión llore como nunca no solo por lo fuerte que fue la confesión sino también de ver llorar a mi padre: desde ese momento en adelante comencé a ver a Tonchigüe con otros ojos, con los mismos ojos que hicieron que Tonchigüe tenga una gran historia de amor.

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