Un paso.

Otro más.

Cada uno más doloroso que el anterior.

Pero tengo que andar, aunque no pueda.

Y doy otro paso más.

Un paso más, es un segundo más vivo.

Un paso más, es un recuerdo olvidado.

Un paso más, es un paso que huyo de la vida.

Río histéricamente y los temblores llevan a mi nervudo cuerpo al suelo.

Mi vida…

Yo ya no tengo una vida.

No tengo nada, ni a nadie.

Lo perdí todo por apostar.

Aposté a un todo o nada.

Aposté hasta la cordura, y hasta eso perdí.

Mi hija…

Quiero odiarla pero no puedo.

Tantos años perdidos.

Tantos te quiero sin pronunciar.

Tanto cariño dado libremente. Tan libremente que no lo apreciamos.

No lo apreciamos hasta que lo perdemos.

Por una apuesta.

Aposté por mi vida.

Vuelvo a reír.

Ya no es mía.

Intento levantarme del suelo.

Tropiezo.

Caigo otra vez.

Mi maltratado cuerpo no responde.

Ni eso me pertenece ya.

Soy un despojo. Un despojado de todo.

Soy un fantasma de huesos, atormentado por sus recuerdos.

Soy un viajero sin rumbo.

Sólo camino.

Camino para ganarle la carrera a la vida. Pero hace mucho que ella dejó de jugar.

Es curioso cómo se relativiza todo con el tiempo.

Siempre aprendiendo la lección en el último momento. Estudiando el día antes del examen.

Desperdiciando el tiempo.

Yo sigo sin saber la lección.

Me acomodo en el suelo.

Suspiro.

No me queda nada.

Y miro al cielo.

Es una noche oscura, sin estrellas. Y la luna oculta por unas nubes gruesas.

Es un cielo vacío, sin vida.

Es el todo en el nada. Es un vacío infinitamente lleno.

Es un reflejo de mi alma.

Tan vacío por dentro.

Tan lleno de todo.

De pensamientos.

De recuerdos.

Y tanto arrepentimiento….

Me levanto con dificultad.

Sigo andando.

No quiero ver el cielo.

No quiero recordar.

Sólo tengo que avanzar.

Un paso.

Otro más.

Cada uno más doloroso que el anterior.

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