Los tesoros de Maricela

Los tesoros de Maricela

Yuri Hernandez

08/10/2017

Mamá una vez mé dijo, que todas las niñas nacían siendo princesas. Creia que lo desia solo por el echo de que yo era su única hija en aquel entonces. Nuestro hogar no es grande, ni pequeño, a mi parecer es un lugar acogedor.

Domingo.

Hoy el dia está grisáceo, es octubre asi que es normal.

Lázaro Cárdenas;el lugar dónde he crecido. Jamás se verán las estaciones marcadas, puede ser otoño y sigue figurando el verano. El calor es constante(debo admitirlo), solo en diciembre se opaca un poco.

Después de diez años soy la mayor de tres,»Los tesoros de Maricela» (como suele decir mi madre). Celeste; la lechuga y el jitomate, Yolotzin; el jamón y yo por supuesto, el pan.

He llegado fatigada después de un largo día de practicas, es mí trabajo como estudiante de enfermería realizar actividades como esta y muchas más que vendrán hasta graduarme (dios mediante el próximo año). Mi padre no se encuentra, sigue estando en el mar, hoy es un día importante, hoy participan en el 14° torneo de Pesca Estatal de Lázaro Cárdenas. Nunca han logrado obtener un lugar, esperemos que hoy sea la excepción.

Me he recostado un poco, realmente estoy cansada, mis pies me punzan al igual que mi piernas por tanto andar. Celeste y Yolo ahora están jugando, no tardaran mucho en venir para ver como estoy o si les he traído alguna golosina.

Oigo sus pisadas rápidas hasta el cuarto-. !Hermana!- ambos se me echan, sacándome el aire.

– Con un…!párense!

– Perdón-ambos se ponen en pie-. ¿Que tal te ha ido?- pregunto celeste.

– Bien.

– Manita (así era como me decía yolo), ¿Que nos trajiste?- preguntaron al mismo tiempo con cara de inocentes.

-Nada- replique-. No les he traído nada por que no me dieron un beso.- saque de mi mochila unos chicharrones de papa.

-!Gracias!-se van corriendo.

Mi madre ya hacia en la sala, viendo un programa de TV sobre cocina lo cual me sorpendio. Son las 15:30, y aun no le ha cambiado a sus programas de crímenes, donde se ponia el papel de detective.

Después de darme una ducha, voy con mi madre viendo que aun sigue observando el mismo canal con una libreta entre sus piernas.

– Ahora que cocinan-dije mientras me sentaba.

– Un pan de zanahoria-seguía mirando el televisor.

– Se ve delicioso.

Han puesto los comerciales, despeja un poco la vista volteando hasta donde estoy-.Estas requemada, te trajeron caminando todo el día verdad.

– Si- no esperaba un ¿como te fue?, ella al instante calculaba los echos-. Hoy toque el vientre de una embarazada para ver en que posición se encontraba el bebe.

– Se siente muy bonito, ¿cómo estaba?

– De pompis, se sentía raro y a la vez, no se, fue algo curioso- me reí un poco y ella también.

– Lo se, así era cuando estaban ustedes en mi vientre.

Me encantaba escucharla hablar de ello (algún día yo también seré madre), escuchar su entusiasmo y el amor que sentía al tenernos dentro.

Empezó el programa, yo fingía mirarlo también cuando solo la veía a ella. No podía dejar de hacerlo, ha pasado mucho tiempo y los años se ven reflejados cada día màs en su rostro. Sentía nostalgia en tan solo pensar que algún día ella o mi padre, ya no estarían más.

Una vez leí sobre los deseos más comunes de las personas(no recuerdo el titulo) especificaba cuales y el por que, las personas sentían esos deseos profundamente. Uno era el viaje en el tiempo, otro volar, y uno(que capto mi atención) la inmortalidad. Muchas veces deseamos tanto el no dejar de estar presentes volviéndolo prioritario (eso es notable en todas partes, deseamos ser jóvenes por la eternidad).

Se volvió mi anhelo, ser inmortal y que mi familia lo fuera. Ese egoísmo pronto se esfumaría, pues bien dicen que las madres son una brujas;las únicas verdaderas.

– ¿Qué piensas?- me pregunto tranquilamente sin despejar la mirada de la televisión.

– Nada, solo veo como preparan los muffins- dije mientras me re acomodaba en el sofá-. Le echo mucha azúcar no crees.

Voltee a verla, su cara de detective me miraba fijamente.

– ¿Qu…qué?

– Es muy facil saver caundo mientes.

-Claro, eres mi madre- dije sarcasticamente provocando que se riera.

Sin más que decir, caí en su trampa, me recosté en sus piernas mientras ella acariciaba mis cabellos con delicadeza-. Mamà -dije en voz baja-. Si tuvieras dos pastillas, una azul; la cual te da la inmortalidad a ti y a los que amas, y una roja; te da 1 millón de pesos. ¿cuál escoges?

Crei tener la respuesta, supuse que elegiria la primera.

– La roja.

– La…la roja.

Quede sorprendida, la ambición mas profunda no era su familia si no el dinero. Creí que se había vuelto la persona mas cruel en ese momento.

– La roja, así tendré con que pagar tu licenciatura, la escuela de tus hermanos en el futuro y si es posible, ayudarle a tu padre para darle un retoque a la casa- esta vez me miro pasivamente, provocando que dejara de pensar mal sobre ella. Era justamente lo mismo que yo pero, en otro sentido.

-¿Porqué no la primera?

– Por que se que en cualquier lugar o universo, nos volveremos a encontrar los cinco.

Una sincera sonrisa se dibujo en su rostro, tenía razón, ella siempre la ha tenido, el desear un bien para tu familia no es mantenerlas siempre en un lugar donde ya no deben estar, si no amarla siempre, durante todos los infinitos mundos del universo. Así sin importar que, siempre estaremos juntos.

Si dios me da la oportunidad de renacer una y otra vez, deseo que sea con la misma ambicion, con el mismo gusto de ser enfermera, de amar a mi familia (sea la misma) y que jamás, jamás, me rinda.

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