LA BENDICIÓN NO VIENE SOLA.

LA BENDICIÓN NO VIENE SOLA.

Al sentarse en la mesa, la mayor de las hermanas siempre le escondía el plato de comida al penúltimo. Él era el más gordito de todos ellos, su abuela lo llamaba: “Pepe cochino” y no porque se llamara José sino más bien por un comercial de televisión.

Mi abuelita me enseñaba la foto familiar tan cargada de historia, de risas y ojos brillosos que delatan que en el momento en el que les tomaban la foto les habían hecho un chiste.

Veo a un abuelo orgulloso de su familia. Sonrisas de modelos o sonrisas coquetas. Cuatro hermanos —irónicamente el menor de ellos tenía cuatro años y ahora tiene cuatro hijos, quienes son mis primos. Entonces, como ya saben, él es mi tío (Enrique). A todos sus sobrinos nos dice «causa».

Quien sujeta al menor de los hermanos es a la que llaman «La Guindon» (la hermana mayor) por ser negrita supongo, pero su sonrisa y su apariencia siempre la hacen parecer menor, ella tiene una bonita forma de mirarte, pero cuando hay que » desahuevarte » te desahueva. —Madrina, pronto iré a verte, necesito una carajeada de aquellas porque por ahora las cosas están un poco jodidas.

Las manos en la cintura y los ojos achinados; ella es la segunda de los hermanos Condemarin, le llaman «Cerebro» porque a veces hace o dice cosas que nadie espera, pero dentro de todo es la que siempre pone la chacota en las reuniones familiares. Adora a la nieta que mi prima le dio, parece una mamá en su plena etapa de maternidad, consentidora como nadie.

_»Emilla millón» te dicen, emilla millón te llaman.

_Ay hija, bueno fuera. ¡Que no haría si fuera millonaria!. Podría repartir entre todos mis hijos dinero y estarían tranquilos sin todas las preocupaciones de la casa y me podría ir en paz.

_¡Ay Emitas!.-Ahora que lo pienso creo que siempre va a pensar en los demás antes que ella – .¿Qué me cuentas?.

-Nada hija, cansada. (con un suspiro prolongado y cansado).

Ahora puedo entender, abuelita, que la vida llega a pesar, a cansar el alma; a veces el pájaro quiere volar de su jaula y nuestra alma quiere dejar nuestro cuerpo, lo entiendo ahora más que nunca , entiendo que la familia es la bendición que Dios nos da con; felicidad, lágrimas , madrugadas en el hospital , pero eso no importa mientras nos mantenemos juntos, lástima que así como no sabemos porqué nos la da no sabemos cuando nos la va a quitar.

Ironías de la vida estar mirando desde arriba como sigues viviendo al lado de mi abuelo, junto a mis tíos y tías, muchas gracias por aún llevar mi fotografía en aquel repostero, pero si el marco fuera un poco más oscuro pues quedaría más tranquila, la urna con mis cenizas me asusta, porque recuerdo esa frase que decían allá: “Guardar un recuerdo tuyo sería admitir que te puedo olvidar”. Sé que aún no lo han hecho porque al menos al pasar al lado de mi fotografía suspiran y cada vez que hablan de mí sonríen.

Abuela abraza a mi papá de mi parte que aunque; parezca fuerte, llora después de desearle buenas noches a su hija y recordar que ya no está y no precisamente porque se mudó de casa.

Los amo, desde el cielo. Tu nieta.

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