Escena de Año Nuevo

Escena de Año Nuevo

Facundo Martinez

10/12/2017

Comenzaban a darse los cimientos de una nueva familia a la víspera del nuevo milenio. Papá y Mamá miraban orgullosamente de lejos lo que iba a ser nuestro nuevo hogar. El dejó terreno para quien va ser su próximo hijo y ella no podía esperar para tenerme en sus brazos pero por ahora tenía que conformarse con contemplar, admirar y frotar su vientre. Mis hermanos por derecho se entusiasmaban por querer enseñarme las cosas de la vida, pero nunca supe cómo se sentía ella.

Me preguntaba si estaba feliz o celosa, nerviosa, angustiada, si sufría. Cuando la miro en fotos no dejo de sentir el vacio e intriga que me generó, todos la habían recordado al menos una vez, salvo yo. Éramos sencillos, gente común, de costumbres comunes, ¿cómo lograron que eso pasara? Parecía que el dolor en mi familia nunca se iba a acabar.

Una vez que había nacido, había pasado algo que marcaría el rumbo futuro de mi familia, pero para ese entonces yo solo era un bebé y no tenía conciencia de lo que pasaba.

Pasaron los años, el bautismo, los primeros pasos, las primeras palabras, según me decían, mi papá estaba contento, entonces mi mamá y mis hermanos también.

Ya desde los días en que empiezo a tener memoria, me sentía bien con mi viejo. Teníamos un algo para todo, no esperaba los domingos para ir al parque con él. Yo jugando en las hamacas mientras él me miraba orgullosamente cuando apenas tenía 4 años. Todo iba bien con él, recordaba tanto esos días. Verdaderamente sabia lo era tener padre. Hasta ese fin de año.

No recuerdo como era en Navidad, pero en año nuevo eran celebraciones donde la familia estaba más unida que nunca, pero en mí caso sucedió todo lo contrario. Aquel día era muy chico para entender lo que estaba pasando. Mi padre gritando e insultando a mi madre aquella primera mañana del año. Tenía mucho miedo, no sabía como lidiar con un alcoholizado, por suerte mi mamá sí.

Por cosas como estas nos tuvimos que mudar, hubo un tiempo después que se reconciliaran y trataran de hacer lo mejor para nosotros pero no hubo caso. Se volvió a repetir el mismo escenario de fin de año. Casa tras casa, lugar tras lugar donde nos mudamos. Desde entonces compartía solo breve momentos con mi papá cada fin de semana, luego casa verano hasta que los momentos de pronto terminarían.

No podía saber si era culpable de todo esto, tuve que mantenerme con la duda toda mi infancia. Hasta que un día descubrí en una caja sucia y deteriorada muchas fotos y diarios de aquellos primeros años del milenio. En unos de esos salía en la portada mi papá con la cara de querer pedir justicia, justicia por mi media hermana. Ese hombre estaba luchando por saber quién era el culpable, ese hombre quería respuestas, pero nunca se las dieron.

Crecí y valoré los pocos momentos que he tenido con mi viejo. Pero a pesar de todo esto, el no podía olvidarse por completo de ella en las vísperas de año nuevo. Parecía que era el momento por el cual surgían los momentos encontrados. Una época sentimental y memorial para nosotros.

Ya adolescente me di cuenta que no era más que nada para mi papá y yo también dejaría de lado ese modelo a seguir de una persona moderadamente inestable, aunque le aguardaba el mismo respeto de antes. Al igual que mi hermano, quien dejaría de compartir gustos y afectos para expresar mi molestia. Se había trasformado en una especie de mi padre que copiaba la misma escena de año nuevo. Y por otro lado mi hermana ya hacia formando una familia, era la mayor de todos. Decidió salirse del margen en vez de enfrentar la situación, un modo de salvarse al menos de lo que pasaba en mi casa con mi hermano. Ambos comparten algo en común… ellos no son precisamente hermanos de sangre, sino que comparten un vinculo con mi mamá al igual que yo, el único vinculo incompatible era el del padre. Si, ella no tuvo suerte con los tres hombres en su vida, pero yo no la culparía, ella no se rindo como los demás.

Un odio a la vida que mi padre no pudo soportar logro desintegrar lo poco que teníamos de unidos nosotros. Lo mismo pasó con mi medio hermano, ya que no conocer a su verdadero padre le trajo un dolor irreparable y un rencor con los que lo rodean. Siempre quisimos saber que le pasaba a su cabeza pero nunca logramos ser cercanos con él, por eso se tuvo que alejar de nosotros.

Mi media hermana y yo nos mantenemos en mutuo contacto, si bien el lazo no es lo suficientemente fuerte, existe un vinculo de hermanos que aseguramos no quebrar.

Yo sentía en parte, la angustia, el rencor y el odio pero no podía seguir con mi vida si esos sentimientos emanaban de mí. Por eso decidí hacer lo mejor por mi mamá quien nunca le trató de indiferente por el largo trayecto que tuvo que recorrer. Yo de pronto reconocí que lo de ayer era una escena del pasado, por eso decido ahora por actuar bien en un futuro.

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