Como un sueño veo a mi madre, mi tía y mi padre en la fotografía que sostengo en mi temblorosa mano. Frunzo el ceño y concentro la mirada en la imagen, intentando generar esa cuarta dimensión que destierre mi soledad. Un suspiro brota de la exhalación que la nostalgia produce al andar de puntillas entre mis maltrechos recuerdos y una luz ilumina mi rostro al descubrir que la niña sonríe. El color cubre cada rincón del retrato y por unos instantes me hallo a mi misma en su cobijo. Mil palabras no describirían el espectro de mis sentimientos y la nebulosa me envuelve, pues la memoria me embriaga. Otra vez mis pulmones se despojan de mi alma y una gota brota de mis ojos, al sentir el verdadero amor que los dueños de mi desamparo me procesan. El sonido de una vieja canción eriza mi vello y más gotas hermanas se unen al la primera, formando una hilera. El valor me invade al sentir la fuerza, pues los siento vivos…… Un costumbrista momento en el regocijo de mi anhelo, que no produce dolor, sino esperanza aún en el destierro que el caprichoso devenir del tiempo me otorgo; pues ya no temo a la muerte en su recuerdo inmortal.
Una enfermera tira de la foto y forcejea tratando de arrancarla de mis manos, pues afirma que una tal Elizabeth; mi supuesta compañera de habitación, es la poseedora de ese….. mi universo.
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