Cuando un hogar deja de ser cálido, el mundo también.

Cuando un hogar deja de ser cálido, el mundo también.

Lucia Cruz

12/11/2017

Todo comenzó cuando mi madre volvió del trabajo con una nueva y no muy emocionante noticia. Al principio, la casa se sumió en un silencio incómodo y aterrador, mi hermana se sentó con los ojos llorosos y mi padre miro a mi madre con la boca abierta; la habían despedido del trabajo.

Jamas habiamos sido una familia pobre, en lo absoluto, pero tampoco teníamos el dinero suficiente como para quedarnos sentados toda una vida, además, estaba el hecho de que mi hermana estaba por comenzar la universidad, mientras que yo, que asistía al colegio privado del vecindario, debía asistir a un campamento de verano adicional que el colegio daba cada año.

Ese no fue el gran problema, en realidad, lo resolvimos de una forma sencilla: no asistía al campamento y mi hermana fue a una de las universidades más baratas en las que había conseguido vacante.

Después de esto, las cosas parecieron volver a la normalidad. Mis padres siguieron dándose besos en la cena, tomándose de las manos sobre la mesa, con sonrisas cálidas en sus rostros. Mi hermana siguió saliendo con su perfecto novio y consiguió subir sus notas aún mas, lo cual le daba la posibilidad de una vacante en una escuela aún mejor. Por mi parte, había faltado al campamento de verano, pero no era algo que me molestara mucho.

Hasta que, igual que a cualquier otro humano en el mundo, a mis padres les llegaron las facturas del gas, luz y cualquier otro servicio que utilizaramos. Entonces, también llegaron las discusiones entre mis padres. Los recortes de dinero hacia mi hermana y su excesiva compra, y, tambien, llego un cambio de instituto para mi.

No solo eso, probablemente lo material era lo menos importante; desde que el dinero comenzó a faltarnos, los problemas entre mis padres aumentaron.

No continuaré contando cómo es que mi madre consiguió trabajo, o como mi padre comenzó a verse a escondidas con otra mujer, lo que sí diré, es que la sangre que inundó el suelo del baño de la habitación de mi hermana, y los cortes en sus muñecas, no solo se debían a la falta de dinero.

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