Aconteceres de medianoche

Aconteceres de medianoche

Amy Fernández

06/11/2017

Por aquellos tiempos los fondos de la casa lindaban con una mini fábrica desocupada que tenía como custodio a un perro grande, de color negro de aspecto bastante fiero que estaba atado a una larga cadena ¿porqué lo tenían así? no lo sé, el dueño venía o no y le traía de comer a veces. Creo que nunca se preguntó como estaba tan robusto con el poco alimento que le daba. Una se subía a un banco y le daba de comer por sobre el cerco lindero, su dueño nunca se dio por enterado, tampoco hacía falta, después de todo lo alimentaba por que amo a los animales y me conmovía verlo ahí solo, atado sin razón y mal alimentado, en verano le proporcionaba agua fresca con una manguera.

Los sucesos que voy a narrar ocurrieron en una noche de invierno, yo estaba con faringitis, así que dormí mal y sentí al perro ladrar desaforado, agucé mis oídos, escuché como querían abrir la puerta del pasillo y ruidos extraños, teníamos visitas indeseables.

Mi bienamado esposo dormía como un tronco, despertarlo fue una odisea, se levantó medio atontado, abrió el placard y cubrió con lo primero que encontró un abrigo gris, una gorra de piel que le daba un aspecto Dr. Zhivago, boxers bordó a pintitas estos ya los llevaba puestos y salió a la calle con la escopeta del abuelo, disparó al aire y se agazapó detrás de un árbol, pensarán que es lo peor que pudo hacer y tienen razón, su atenuante es que estaba adormilado y como decimos por estos lares pelotudo total.

Al escuchar el disparo salieron los vecinos, todos armados, Luis con el arma reglamentaria porque era policía retirado, Toti con un pistolón de aire comprimido, Mingo con una gran cuchilla bien afilada, Flavio a falta de otra cosa un cuchillo me mesa tramontina, Mario no sé pero algo en las manos tenía. Se formó un ejército de rejuntados, pero valientes, no iban a dejar que les fuesen a robar nada, caracho.

Cuando estaban todos alistados, pasó un hombre en bicicleta y los miró raro, siguió de largo, como si nada, juraría que era el ladrón, pero no pude comprobarlo.

El caco nunca fue encontrado, con tanto teatro, huyó, vaya uno a saber por donde.

Tiempo tuvo y ocasión también.

Vaya una a saber.

Calmado el alboroto cada uno volvió a su casa.

Pero quien podría dormir después semejante aventura, «los hombres».

Las mujeres obviamente no: una comió una manzana que peló con el tramontina, otra hizo milanesas con la cuchilla bien afilada, hubo quien para calmarse los nervios se puso a limpiar los azulejos de la cocina, otra se quedó haciéndose gárgaras para el dolor de garganta.

A la mañana siguiente mi consorte se percató que salió a la calle con un solo cartucho que disparó al aire, lo que estás pensando tenés razón.

Cuando nos levantamos a la mañana siguiente verificamos que había pasado, en nuestro pasillo había una tapa acrílica y una caja de herramientas que fueron devueltas a sus dueños, tiempo después apareció el Wincofón que le faltaba la tapa, obvio, todo oxidado entre el yuyal de la ex-mini fábrica, con la trifulca él o los «chorros» huyeron con las manos vacías.

No me dirán que tenemos buenos vecinos y solidarios, eso sí bastante pintorescos.


Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS