Siempre dándole vueltas a la historia y siempre formándome un lío con los recuerdo familiares, mi familia es verdad que es espectacular, por su variedad, orígenes y circunstancias que las han rodeado.
Al estar limitado el número de palabras, me ceñiré solo a mi abuelo paterno, Vicente López Reyes, natural de Almería, que no sé porque circunstancias llego y contactó con mi abuela María Martínez González, que era de Torre del Mar en la provincia de Málaga, lo cierto es que se casaron y fueron a vivir a Almería, allí nacieron varios hijos de los que solamente sobrevivió mi padre, Vicente.
Mi abuelo era zapatero, lo mismo fabricaba que remendaba unos zapatos,su relaciones eran buenas con todo el mundo menos con mi abuela, pues cuando mi padre tenía solo cinco años, mi abuelo desapareció, esto debió ser en el año 1914, mi abuela sola con un hijo y en tierras desconocidas para ella, decidió volver a Málaga en busca del apoyo de su familia.
La época no era buena y los trabajos no abundaban, y menos aun para una mujer sin estudios y con pocos conocimiento, así que empezó trabajando haciendo trabajos domésticos, a mi padre lo intentaba colocar de aprendiz, en lo que le salía, Bodegas y Bares o Tabernas, por las noche asistía a una escuela nocturna para aprender a leer y escribir, que poco aprendió el pobre, pues además tenía que pagar, ya que era una «escuela privada».
Mi abuela conoció a un hombre viudo con una hija, más o menos de la edad de mi padre, y ocurrió lo que suele pasar en estas cosas de la vida, la pareja se unió y este hombre que había sido albañil, Francisco Ortiz Ruiz, había nacido en 1887, era tres años más joven que mi abuela, se había quedado ciego y se dedicaba a vender Lotería y tocar la guitarra con un grupo ambulante por las terrazas de las cafeterías, pasando el platillo después de las actuaciones.
Francisco era un hombre muy agradable y dicharachero, y tenía un espíritu y voluntad de acero,él metió a mi padre en la venta de lotería, que ejercía en las poblaciones cercanas a Málaga, que por entonces no había administraciones, para ir a estos puebles se podía coger el tren o algún autobús, pero a muchos de ellos había que ir andando.
Mi padre conoce a mi madre y se casan en el año 1934, su primera hija, Maruja, nació en el año 1936, la vida en Málaga de la nueva familia en los tiempo acontecidos es muy difícil, pero de una forma u otra tiran para adelante. En el año 1938 se había fundado en España la O:N.C.E. y Francisco estaba muy relacionado con todo este nuevo movimiento de ayuda para los ciegos y por lo tanto se afilia a la nueva Organización que le ofrecen ir a Fuengirola a implantar el cupón de la once, él acepta y se lleva a mi padre como colaborador y vendedor del nuevo cupón.
Dos cupones primitivos de la ONCE
Mi padre siempre se distinguió como una persona afable, educada y muy servicial, por lo tanto hizo una gran labor en la implantación del cupón, abriendo puntos de ventas en las poblaciones cercanas como Mijas y Benalmádena, los principio nunca fueron buenos, pero esto si cabe, se pueden calificar de muy difíciles, pero poco a poco se fue implantando y empezó a ser un medio de trabajo y con posibilidades para mantener a una familia. Yo había nacido en el 1938 y cuando nos fuimos a vivir a Fuengirola solo tenía meses, después a finales del año 1944, nació mi hermana Paqui, la pequeña de la familia.
En 1942 un Sr. llamado Luis Hidalgo regentaba una expendeduría de Lotería Nacional y de Prensa Española, estaba harto de aquello y se la ofreció a mi padre, mi padre acepto los periódicos, pero no la Lotería, había que poner una fianza y además se vendía muy poco y él tenia ya lo de la ONCE, se quedó solo con los periódicos, que repartía a los domicilio y que ofrecía al publico en un carrito con cajones, en la carreteara, avenida principal de Fuengirola en aquella época, en los que empezó a vender tabaco y novelas; del Oeste, del FBI y las celebres de amores de Corín Tellado. nuestras vidas empezaron a ver alguna luz en el horizonte.
Mis padres compraron un kiosco de madera que vendían de segunda mano y con permiso del Ayuntamiento de Fuengirola lo instalaron en la Carretera Cádiz-Málaga, que atravesaba la población de Fuengirola y además era el centro más comercial en aquellas fechas, por el paso de vehículos, autobuses de línea, etc..
Sobre el año 1944 vino a Fuengirola un pariente de mi padre, lo buscaba para decirle, que su padre había vuelto y que habiendo hechos las indagaciones oportunas, sabía que estaba en Fuengirola, casado y con familia y además que estaba muy interesado en verlo. En principio no le hacía gracia, pues habían pasado 30 años de su desaparición, mi madre lo convenció y fue a verlo. Le contó que había estado en Barcelona, venían con una mujer catalana, y que le gustaría mucho ver y conocer a sus nietos, mi padre accedió y dos días después mi madre nos acercó a una zona de chabolas en las afuera de Málaga, y de esta manera conocí a mi ABUELO VICENTE.
Tres o cuatro años después, un primo de mi padre contacto con él para decirle que su padre había fallecido y que la “viuda” no tenía dinero para el entierro, mi padre pidió a un prestamista 200 pesetas y se hizo cargo de todos los gastos.
Curiosidades de esta vida, a consecuencias del entierro, tuvo que desplazarse a la Capital y no pudo terminar de vender los cupones aquel día, por lo tuvo que jugase mas de la mitad de los que tenía asignados: le toco el premio en una lista de diez cupones, DOSCIENTAS CINCUENTA PESETAS.
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