Recuerdo la fragancia de los campos de cuando solía jugar de pequeña, recuerdo aquella casa rodeada de flores que eran protegidas y queridas por mi abuelita, mi abuelo se la pasaba preocupado por preparar el alimento de las palomas y sobre todo recuerdo que su ave favorita era un cenzontle.
El tiempo pasó muy rápido, me marché de la tierra que me vio crecer, tuve que decir adiós a esos adorables abuelitos que me vieron hacer tantas locuras de niña y tanto cariño me llegaron a dar.
Mis preocupaciones cambiaron mientras crecía: tienes que terminar la universidad, busca trabajo, empieza a pagar la casa… Mis abuelos dejaron de figurar en mis preocupaciones y las llamadas comenzaron a disminuir.
Llegó el momento en el que se hicieron tan viejos y en mi corazón empezaron a tomar algo de presencia, ya no entendían lo que les hablaba o preguntaba, y un día la llamada más triste por fin llegó.
Recuerdo que mi abuelo alguna vez dijo: A pesar de la distancia, siempre en mi mente vas a estar.
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