La pareja en sí, es donde comienza toda la organizaciön social. Puede constituirse en matrimonio, o vivir en pareja, para formalizar, si o no, en el futuro.

Talvéz los jóvenes de hoy, no comprendan lo elemental en el matrimonio, para obtener en contrapartida, las ventajas sociales, para la crianza de sus hijos. La base legal del matrimonio, permite pleno disfrute de sus derechos, en la creación de hijos legítimos.

No obstante, muchos años atrás, muy jóvenes se casaron mis padres, comenzaron de cero, es decir,con lo básico. Una cama, un ropero, un calentador para cocinar. La lucha de ambos, haría el resto.

De esa unión amorosa, nació mi hermano, y doce años más tarde, quien relata. Porque tan distanciados ? porque el médico les aconsejó no tener más hijos, porque mamá tenía bocio, que haría peligrar la vida del bebé, y la de ella propia. Inclusive luego del embarazo accidental, tenía permitido abortar, en tiempos en que estaba prohibido.

Deja a las claras, que soy un accidente», pero aquí estoy, con mi preciosa vida. En esos tiempos, no se le daba importancia a la psicología, y mi hermano sintió celos de mí. Tenía 2 años, cuando él me invitaba a correr carreras en una vereda cuesta abajo, donde siempre me caía.

Ya no quería correr más, pero el insistía,y me daba una ventaja cada vez mayor, y caía una y otra vez, para su disfrute. Digamos que no tenía mayor importancia, era una maldad infantil, por celos que no supieron tratar en su momento.

Lo preocupante fue, que al crecer, sufrimos los dos, él por celos, yo por falta de amor, de un hermano que adoraba.

Eran buenos padres, cuidaban que no nos faltase nada, salvo ese gran detalle importante, y desafortunado, que no supieron atender.

Son detalles que nos marcan para siempre, mis padres fallecieron, mi hermano también, mi corazón se estruja de angustia, de pensar lo que pudo haber sido, y no fue…

Cuantas veces veo con admiración, hermanos amorosos, cuidando orgullosos a su hermanita/o menor. Todo pudo ser diferente, tan solo con hablar cuanto fuese necesario, de el hermanito/a que estaban esperando, que buscara un nombre de niño, y de niña para ponerle. escuchar, acariciar, besar la panza para que imaginara, la divinidad de un nacimiento.

Que fueran de compras, y le permitieran elegir algo, comprando algo también para él. Creemos en Dios sin verlo, podemos aprender a amar a un hermano/a antes de nacer, es lo que hoy con la ayuda de la psicología podemos y debemos manejar de manera conveniente, para esperar un pequeño ser, invadiendo la tranquilidad del hogar.

Todo influye en los sentimientos, cuando tomamos conciencia, de que estamos esperando algo nuestro, a alguien querido que aumentará la familia.

En esta vida, nacimos para ser felices, cada cual como pueda, en caso de no poder ser como se quiera.

La familia se puede comparar a un diamante en bruto, hay que pulirlo, lleva tiempo, dedicación, paciencia, y mucho amor. Acaso no es la esencia de la vida ? Sí que lo es, y es por eso que debemos cuidar cada detalle, cada momento, cada pincelada, como las pinturas de Miguel Ängel, no existe nada más importante, más primordial, que el amor, y la unión de la familia.

Puedo contarles mis sentir, y mi dolor, no menor, sería el sufrimiento de los demás integrantes, cada uno carga su propia cruz. Mamá sufría mucho, porque nosotros nos llevábamos mal, pero no sabía qué hacer. Recuerdo que me decía, yo sé, que en el fondo te quiere. Mi hermano estuvo solo, durante 12 tiernos años, mimado y festejado por padres, abuelos, tías y tíos, tenía a todos para él, no es tan difícil ponerse en su lugar, cuando no estaba preparado mentalmente, para recibir a una intrusa.

El egoísmo, la envidia, los celos, el rencor y el odio, son sentimientos oscuros, que traemos los seres humanos. En algunos se despierta, y en otros no tanto, es como el cáncer, está en nuestras células, en algunos se vuelven cancerosas, en otros no, pavada de detalle, la solución» es prevenir, para que no despierte.

De todos modos, soy una privilegiada, logre sobrellevar mis emociones a buen fin. No tengo remordimiento, dí lo mejor de mí para todos ellos. Mi papá murió cuando yo tenía 16 años, mamá en edad avanzada, y mi hermano hace un par de años. Nos despedimos en paz, si bien no logramos tener una hermandad satisfactoria, el último día que lo visité en el hospital, me regaló una hermosa sonrisa, que atesoro en mis recuerdos. Fue un día antes de su muerte.

Los amé a todos, los mimé, cuidé, a tíos y tías también, así que hice mi parte. Los extraño mucho, hay fechas puntuales, en que se acentúa la nostalgia, pero no soy masoquista, disfruto de este regalo maravilloso que es la vida, hasta el final.

Hoy en día tengo mi familia, mi esposo, mis dos hijos, tenemos tres preciosos nietos, un perrito, la vida continua. Pienso lo hermoso que sería compartir una gran mesa con todos ellos» los que se fueron. Pero la vida es así, se compone de alegrías y tristezas. También fallecieron mis suegros, son historias que se suman, personas muy queridas, que dejan huellas profundas.

La felicidad es un derecho, nuestra obligación es, ayudar a que se cumpla, creo que soy lo suficientemente fuerte y agradecida, para levantarme cada día con el ánimo de ser feliz, y de acostarme cada noche, con nuevas ilusiones, y planes para el futuro.

La creatividad, la fantasía, los juegos no son cosas de niños, no importa la edad, solo hace falta tener ganas», dejar que fluya, mantenerse activo, viajar, aunque sea en sueños…y de ser posible, hacerlos realidad.

Cuando gozamos una vida plena, resulta más fácil tener buenos sentimientos, y al ser así, la vida resulta más distendida, más sana y disfrutable. Al final de todo, no podemos obligar a nadie a que nos amen, pero si, podemos amar sin limitaciones…

FIN.

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