Pies rotos que abren caminos nuevos.

Subía las escaleras de rodillas, abrazando a su pequeña envuelta en aquella manta que el aferraba como si del salvavidas de la vida de ella se tratara…dos km corriendo para llegar a casa del medico más cercano con la vida de su hija escurriéndose entre sus dedos, como su propia piel al sacarla de la cuna envuelta en llamas donde había sucedido el accidente que marcaría dos vidas para siempre…

-» Si no llevamos a esta niña a Barcelona de inmediato, morirá y aún y así no puedo asegurarte nada Ramón…es muy grave su estado y en este caso me supera poder ayudarte…»

Ramón se desplomó clavándose en el suelo, repitiendo e implorando que salvara a su hija en un quejido inentendible, hecho llanto roto de un hombre que veía desvanecerse la vida de su hija y la de él mismo con ella…

Sollozó que no la dejara morir, por Dios…un Dios en el que dejo de creer en aquel mismo instante en que encontró a su mas preciado tesoro envuelto por las llamas y que la devoraban y derretían su piel, como si de un plástico quemado se tratara, desdibujando y destruyendo su pequeño cuerpo…

Se arrojó a ella con una manta en las manos para envolverla en ella, la liberó de las llamas, la sumergió en la bañera y se dirigió, dándole su própio aliento, hacia la casa del doctor todo lo rápido que sus piernas temblorosas le permitieron…

La ambulancia llegó y se trasladaron a Barcelona, al mejor hospital de pediatría, referente en España…shock hipovolemico, quemaduras a nivel muscular en el 60% de su pequeño cuerpo…y taquicardías llegando a 180 pulsaciones…

6 meses en la uci, donde cada día se la bajaba a quirófano para diferentes curas e intervenciones…

Ramón no se separó jamás de su pequeña «claridad», como la llamó en la canción que escribió a la razón de su vida, ni dejó de creer en ella aún y cuando le hablaron de su posible muerte, amputación de piernas, pies…y Ramón, sin dinero para pagarse un hotel o habitación, dormía en la calle y los bancos del propio hospital, de donde amablemente era echado por los responsables de seguridad del hospital, que conociendo su caso y lo que se encontraba viviendo, le advertían de sus rondas ofreciéndole otro rincón donde dormir hasta que llegara la hora de poder entrar en el box habilitado especialmente para el caso tan grave de su hija…30″ por la mañana, 30″más por la tarde…pero esa niña, con sus pulsaciones aceleradas, que ni toneladas de valium en vena calmaban, se estavilizaba solo con escuchar la voz de su padre…por lo que los médicos alargaron los tiempos de visita y, cogidos de la mano, pasaron juntos los meses y consiguieron con aquella creencia ciega que mantenían uno en el otro, salir con vida, con ambas piernas enteras, y al tiempo…aún y viviendo un tormento de mil operaciones, con sus largas estancias en aquel hospital, que se convirtió en su segundo hogar, consiguieron ambos cruzar la puerta un día y salir de allí de la mano y Ramón con su pequeña «claridad» andando de su mano, aun y con unos pies rotos de por vida,…abrió caminos nuevos en los que nadie en su momento quiso creer.

-«Aprieta los dientes hija…se que rabias de dolor, se que ahora mismo los pies te sangran, pero debes andar y dar forma a tus pequeños pies, si quieres andar hija, solo tu puedes hacerlo.

Mi mano estará siempre para que te tomes de ella…mis hombros para llevarte cuando digas un «no puedo más», mis lágrimas para llorar cada noche a oscuras a los pies de tu cama esta putada que la vida que nos ha regalado en forma de macabra broma a ti, pequeña mía, y a mi…aquí estará tu padre para masajear y dar forma a esos pequeños muñones a los que daremos forma…y tu padre estará aqui para si es necesario, romperme la cara con el mundo que intente tratarte mal…pero aprieta los dientes hija y sigue caminando por mucho que duela…porque tu padre promete no dejarte jamás sola en este sufrimiento y, te jura por ese Dios que nos abandonó un 25 de noviembre…que, tú eres más fuerte que todo esto y un día el dolor desaparecerá y andarás con paso firme, porque creo en ti más que en mismo «claridad»!!