El día que conocí a mi madre

El día que conocí a mi madre

El día que conocí a mi madre

Ese día las clases en el rancho terminaron temprano pues la gran campana de la iglesia tocó muchas veces anunciando la fiesta que papá Manuel daría para todos. Mi madre era la más pequeña que asistía a esa escuela apenas tenía cinco años. Llena de alegría corrió por una vereda y en la entrada de los viejos guayabos se adentró por la finca que contenía los vainillales de la familia y al pasar por el arroyo se detuvo unos instantes para meterse y chapotear en el agua cristalina con todo y zapatitos. Minutos después caminaba por el amplio camino que la llevaba a casa. Al parecer la fiesta era en grande y en la finca el ajetreo esta por doquier pues muchas mujeres y varios peones trabajaban arduamente. El jardín de la entrada lucia muchas mesas con blancos manteles y bellos jarrones con flores de mayo. En la entrada de la casa y sentada en su mecedora de cedro estaba mamá Tilde con su gran bastón que parecía un báculo como el que usaron los antiguos profetas. Ya era mayor y contaba con muchos años, era muy bella, de piel morena con tonos cobrizos y peinado de trenzas de hermoso cabello plateado. Ednita se acercó y su bisabuela la cargó y le besó. La niña era el sol y la alegría de esa casa. El señor de la propiedad era Manuel Gonzales: Hombre recto, trabajador, sencillo y humilde a quien toda la región quería por su noble y buen corazón. Era hijo de mamá Tilde y tío abuelo de la niña. Varias vacas y una docena de cochinos habían sido sacrificados y estaban siendo preparados en rica barbacoa, asados de rico sabor, carnitas, chicharrones y muchos tamales. Varios hombres descargaban de una carreta cajas y cajas de licores; cerveza y bebidas hechas de aguardiente y frutas. Toda la propiedad se encontraba decorada con papeles de hermosos colores y ramos de flores por doquier. Hasta un grupo musical llegó para amenizar la fiesta. Se escucharía el arpa, los sones jarochos y las notas bellas de guitarras mexicanas. Desde hace mucho que no se veía una fiesta de esa importancia. Para el medio día el bullicio de la música y las conversaciones llenaba el ambiente. Entre los jardines y en las salas de la casa había muchos invitados. Muchas gentes eran sencillas de campo, pero también había finos invitados de esos que se dicen de buena raza y mucho dinero. Había de todo muchos del populacho, muchos de los chocantones de esos que se dicen que comen con buena manteca y aceite de oliva. Ednita dormía en la gran cama de la abuela cuando fue despertada a besos y le vistieron de color amarillo y botas finas. Cuando papá Manuel subió a su caballo palomino llevaba a la pequeña en sus brazos, todas las personas subieron a sus coches y caballos y como si fuese una gran procesión encabezada por músicos y jinetes; llegaron todos a un gran campo abierto en medio del pueblo. Ednita estaba nerviosa pero su abuelo la apretaba cariñosamente. De repente se oyó un ruido muy fuerte y en el cielo se comenzó a ver acercándose una avioneta color azul con naranja y en ese instante Manuel alzó la mano y muchos cuetes fueron lanzados. Minutos después el pequeño avión aterrizaba y muchos se sorprendieron, se veía claramente en sus rostros. Ednita estaba maravillada pues nunca había visto un avión, los abuelos le contaban que era como un coche que volaba y que se parecía a un pájaro. El piloto descendió y se acercó y abrió la puerta, todos comenzaron a aplaudir y papá Manuel cargando a Ednita junto con mamá Tilde se acercaron a ese pajarote de metal. Y fue en ese instante que la pequeña preguntó

____ ¿Quién bajará de allí papá? Y Manuel sonrió y Cleotilde también

___Allí viene Concha ¡Ella bajará!

Ednita abrió más los ojos y preguntó nuevamente ____ ¿Quién es Concha?

Papá Manuel sonrió y se tiró una fuerte carcajada

__Esa Concha no es otra más que tu madre mija

Y el asombro llegó e iluminó su carita y del avión descendió ella, parecía un angel lleno de luz y bañado en belleza. Muy alta y tan blanca, llevaba un hermoso vestido de encaje color palo de rosa y sus manos cubiertas por guantes tejidos. Portaba una gran sombrera beige con grandes flores y plumas. Y cuando sonrió pareció que el sol brillaba más.

Mamá Tilde lloró cuando Concha la abrazó y la abuelita la llenó de besos. Pero cuando se acercó a Manuel ella hizo una leve reverencia y le besó la mano. El la llamó hija y la abrazó, fue entonces cuando Concha lloró un poco.

Y Manuel dijo

__Esta es Edna María ¡Tu hija!

Diciendo esto se la entregó en sus brazos y sin embargo la mujer únicamente le dio un pequeño beso, carente de toda emoción y al instante la bajó al suelo y tomándola de la mano.

Al llegar a casa Concha recordó el amor de Feliciano y el dolor de saber que lo alejaron de ella…las lágrimas mojaron su rostro. ¡Fue hermoso amar y ser amada!

Ednita nació ya sin su padre cerca y lo peor que a los dos meses tuvo que dejarla. Fue doloroso dejar a su pequeña y vivir momentos de miedo, de angustia total; cuando ese loco general llegó al pueblo y quería hacerla su mujer. Pero papá Manuel lo desafío y lo enfrentó. Pero ante tanto peligro tuvieron que sacarla disfrazada como un campesino que llevaba una piara de cerdos a la capital. Y en la ciudad se endureció, olvidando a su amado y lo peor de todo olvidando el amor por su hija. Veinticinco años tenía Ednita cuando un hombre apuesto llegó hasta su puerta ____! Soy tu padre¡

Feliciano volvió a ver a Concha cuarenta años después, él dijo ___ ¡Siempre te amé en cada instante!

Ambos sonrieron diciéndose a dios.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS