Buscando en la nada

Buscando en la nada

Oscar Lin Inzunza

16/09/2017

No es nada personal que sienta que mi familia no quiere contar conmigo, aun cuando necesitan de mi ayuda para salir adelante, no reconocen mi capacidad y habilidad para dar ese apoyo tan requerido, me siento inútil observando desde la esquina como se destruyen sin escuchar instrucciones, no se han dado cuenta que entre mas unidos estemos mas fuertes seremos, el individualismo es el verdadero problema que existe, cada uno se considera que es el mas apto para solucionar y enfrentar la situación, el mas inteligente para arbitrar y el mas indicado solo porque ha tenido mayor éxito en la vida en todos los aspectos; sin embargo, esto no es garantía para ello.

Cada uno ve el problema desde su propio punto de vista, desde su perspectiva, no se sientan a dialogar, es una discusión tras otra, tratando de imponer su postura esperando que los demás se dobleguen, cuando alguien siguiere algo inteligente los demás lo rechazan, cada idea, cada proyecto tiene grandes deficiencias para el otro e inmediatamente se destruye, por lo que no se logra construir un fundamento sólido, y así se sigue en esta misma dinámica -construye, destruye, construye, destruye-, si se abre una salida inmediatamente la cierran, impresionante, es como estar en un desierto totalmente desolado donde no hay absolutamente ninguna herramienta para salir de el, cuando en realidad solo es necesario prender el conector y, a la luz, ver todo lo que se necesita esta allí y mas, pero siguen buscando en la obscuridad.

Cae una fuerte tormenta, totalmente destructiva, pero peor que eso se encierra en estas cuatro paredes que aun siendo pequeña la construcción, no es posible ser calentada por la calefacción, como si el recio frío de afuera entrara y congelara cada espacio de esta habitación. «¿Qué habrá pasado?», me pregunto, si éramos una familia feliz, unidad como ninguna otra, la envidia de las demás, un ejemplo para la comunidad, viendo en retrospectiva todo es diferente, es como haber dormido en un hermosos paraíso y despertar en un lugar árido, totalmente seco y caluroso, consumido por el desierto, tragado por el fuego.

Recuerdo en alguna ocasión, un sábado por la mañana, despertábamos y nos disponíamos a efectuar nuestras laboras rutinaria, porque enseguida nos iríamos de paseo, cuando de repente se oyó un fuerte grito, mas bien un alarido, todos asustados corrimos en dirección del grito, allí estaba mi hermana mayor de tan solo doce años tirada en un hoyo que funcionaba como trampa para los lobos, gritando enloquecida, con paciencia y pericia mi padre descendió hasta tomarla en sus brazos y subirla y consolarla hasta que su llanto se apago. Esto para cualquier niño es un acto de heroísmo, pero para mi hermana no lo fue, mas bien lanzo un fuerte reclamo por haber hecho ese hoyo en el lugar donde ella siempre jugaba, mi padre con toda la tolerancia y cariño del mundo abrazo a mi hermana explicándole que era mejor jugar en otro lugar con la perspectiva de estar protegida y no de estar allí al alcance del depredador, mi hermana reflexiono y agradeció a mi padre por su inteligencia y protección.

Ahora, que distinto es, mi padre ya no es inteligente, ni sabio, ni protector, a criterio de los demás, ahora es un viejo que en cuyas palabras y acciones no hay razonamiento ni siquiera un sentido de bienestar porque a estas alturas él debe ser cuidado y sujetarse a los consejos de hijos, hijas inclusive hasta de los nietos y nietas, como han cambiado las perspectivas desde aquel incidente hasta ahora, y eso que hace solo quince años, no mucho tiempo para olvidar.

«Si puedes hablar, chiflar y comer pinole a la vez, eres el ideal para ser líder en esta familia«, así decía mi tío el chino, así que todos tratan de hacerlo, pero ha tenido sus consecuencias graves, mi sobrina de catorce años tuvo que abandonar su secundaria debido al embarazo inesperado, todos boquiabiertas, el vecino logro seducir a mi hermana ya mencionada y creyéndose el dicho de mi tío el chino también resbalo. Solo recuerdo con cariño a mi prima, la Gringa, le decíamos por su apariencia rubia, ojos azules y delgada, toda una anglosajona, la más coherente e inteligente de la familia, ella si que podía hablar, chiflar y comer pinole al mismo tiempo, era mi admiración y yo era su consentido, era sus ojos y ella lo era par mí, sin embargo en una fiesta una sustancia en su bebida la hizo adicta a los narcóticos y finalmente quedo embarazada a los veinte años.

Todos quedamos pasmados en ese entonces, desde el embarazo de mi sobrina ya la decadencia familiar tocaba fondo, todos le dieron la espalda, claro, menos yo, que la apoye todo el tiempo hasta su muerte prematura por causas desconocidas y sin dar aun con el asesino. Todos la culpaban por su muerte «fue producto de su adicción y por andar jugando a la prostituta» se decían, ¡qué razonamiento tan iracundo! y, sin tomar en cuenta el profundo dolor que yo sentía por ella otra vez vienen los dimes y diretes, aún ni el dolor ni la desgracia detienen las discusiones, insultos y blasfemias, nuevamente la luz se apaga.

En otros tiempos esto se hubiera arreglado con la mayor cordialidad y unidad jamas vista en ninguna familia; como cuando murió mi tío el Ruso, muy joven era él, pero las malas amistades y el vicio a las peleas de gallos lo llevaron a una muerte repentina y trágica, ¡diferencia!, en ese momento nadie discutió, todos se solidarizaron y estuvieron en una rígida unión por alrededor de tres meses, extraordinario, una gran familia.

Melancolía, depresión, extraño ese amor, interés, esa unidad inquebrantable, extraño tanto a mi prima, pero por otra parte es un alivio que no estés Gringa, porque de cualquier forma esta situación te mataría. Viva la familia que tú, prima, nuestra Gringa conociste, esa si era familia, que encontraba soluciones que ahora se buscan en la nada.

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