EUCALIPTOS, HIGUERAS Y PINOS

EUCALIPTOS, HIGUERAS Y PINOS

Cuantos años ya sin que una mano tuya se pose en mi cuerpo.

¡Cuánto por vivir! Después de ti, crecí.

La familia es el dulce cobijo que te atrapa, te suelta y sin embargo no te desprendes nunca aunque se haga inevitable la partida.

No son caricias perdidas las hojas de mi árbol retorcido, mi tronco creó corteza para no desfallecer, de todo encontré al fondo de mi pozo.

No hubo ni misterio, ni milagro, simplemente una vida.

Si existe amor de veras, nunca muere.

No hay drama ni tragedia, cumplimos la misión de dar vida a otros seres, porque solo somos humanos, divinos, sería otra cosa.

Pasamos por un corto loco tiempo; pubertad, juventud, adultez, que no madurez, etapas duras que sin embargo, enseñan. Caricias y besos en abundancia. Estas no sobran nunca.

¡Cuánto te echo de menos, padre!.

Si lo que nació, ¡seguro que fue bueno!todo el esfuerzo será poco para cuidarlo.

Bendita la criatura indefensa, que en adoración bienvenida es, por la maternidad y la paternidad.

Otro mar diferente trae sensación de libertad, las mañanas limpias, ¡mis niños! …un peque más nació inesperado, importante, un tesoro, una casita llena de bellezas, ¡unión!.

Las cristalinas aguas transparentan sus vidas, son tiernos, no robles aún.

Tienen sal los cuatro, tienen arte.

Una palmera, adélfas rosas y blancas rememoran «San Miguel» treinta y cinco años transcurridos ya desde entonces prietos, repleto va lleno nuestro paisaje, es verano y en el campo, las higueras, las chozas de pastor con las ovejas, las vacas, los cerdos, lucha y trabaja el labrador por un mejor porvenir y por sus vidas,

Cuánto te he entendido padre, lo hacía sin ser suficiente, ahora sí: intento lograr sea fructífera la cosecha, un gran esfuerzo al mirar al cielo y al suelo.

¿Lloverá este año y a su tiempo? Rezar para que no caigan granizos.

Así fue mi ruego y en mi humilde voluntad, «el empeño», lo primero, ¡maternidad!.

La mía iba pasando como la fuerte nuez, su corteza rugosa, sin tormentas turbulentas como la de aquella noche de temporal para mi tragedia. Estallaba el cielo.Me arrebataron un ángel. De repente. El desgarro cruel que sangra y sin remedio, tiene que encontrar bálsamo, me esperan mis otras tiernas vidas y conmigo, otro tierno padre les arropa.

Una bisabuela espera, aún es una rosa, repleta de espinas, se gana la gracia por su bondad y permanece lóngeva y lúcida, casi ya centenaria.

Pasamos por flores y cardos, chumberas, pinos, e eucaliptos. La adelfa y los sencillos geranios de Andalucía, nos servían para hacernos collares. Niña jugando a mujer.

El almendro en flor, el olor a estiércol, a paja y a heno, a tierra mojada. Desde el alminar, un cúmulo de recuerdos lejanos llegaban a mi alma y ya son como una bruma sorda en la distancia.

Él me enseñó a llevar y luchar prioridades palpables y a dejar las etéreas. ¿Como olvidar la vida que rodeó a la era y a mi padre esperarlo, regresar del campo? Limpiaba sus botas con sumo esmero, hombre cuidadoso, galán, cariñoso, fuerte como yunque, eje que levantaba el ánimo por donde pasaba.

Cruel no es la vida es real. Naturaleza viva, la tierra hay años que no da cosecha, él me lo hizo entender con su ejemplo. Nos faltó un día cruel, se me fue, y quede herida. Su fina gallardía nos invadía, ya no entra por el umbral de mi casa, con su paso firme era norte y guía de toda nuestra vida.

En cada estación llegaba cargado de viandas naturales y transformadas en confituras hechas por abuela. Canastos de brevas jugosas, palmitos tiernos, la carne de membrillo y los rosquitos de vino, las exquisitas perrunillas y las maravillosas cocas de almendras.

Ya solo puedo recordar su franca sonrisa.

Nos cortaba varitas de eucaliptos que ahuyentan los mosquitos de nuestros pequeños cuerpos. Ya no habla con Juan en la marquesina tan resuelto. Ya su bella tez se alejó de lo nuestro. Ya no lo veo pesar higos. Ya no siento los cascos de su caballo llegar al galope. Ya de las esteras.., ni rastro. Ya todo está en la tierra y en el cielo. Sí, percibo desde lo más hondo su presencia y su influencia en mi.

Mis hermanos también se fueron.

A mis niños los amó con toda su alma. A mí hijo mayor lo tendrá a su lado. Y a sus dos hijos, esperanza y única paz para su alma. Mi Tete, era su vida. El ángel le daba cariño y él le decía: «eres mi vida». Los demas le dimos algún disgusto, por inconscientes, y muchas alegrías, fruto de la propia vida.

Procuro seguir el camino con el rumbo que el me trazo en su día.

Mi familia me sembró mucho de este difícil sentimiento.

El mayor martirio podria ser carecer de cariño y no poder darlo.

De ilusiones repleta andaba yo por aquellos tiempos en Junio. ¡Vacaciones!.

Amanecer del verano, es diferente, la vida despertar, ¡Que placer!, cuando te despierta el día así, así llegar a la tarde, despacio saboreada por múltiples horas tranquilas, casi, casi,en calma chicha. Sea como sea, no muere lo que en el recuerdo permanece y son y serán, para siempre,ganancias recogidas.

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