La sangre no lo es todo.

La sangre no lo es todo.

Zuleyma Vazquez

18/09/2017

Jamás comprendí el porque mi hermano mayor era el favorito de la familia. Después del divorcio de mis padres él regreso en contadas ocasiones para hacerle una visita anual a mi hermano. Y aunque lloré, supliqué y grité, no me permitieron ir a visitarlo.

¿Por qué si también soy su hijo no puedo verlo? ¿Por qué mi cumpleaños es invisible para él? ¿Qué tiene mi hermano que lo haga mejor que yo a los ojos de mi padre? Son preguntas sin respuesta difíciles de comprender para un niño de 7 años.

Así pues, los años pasaron y no volví a convivir con él, en ocasiones me descubría recordando vagamente lleno de nostalgia los momentos que pasé con mi papá, como cuando llegaba del trabajo cansado y yo corría a quitarle las botas de los pies, o esas ocasiones en las que antes de irse al trabajo me lanzaba un beso cuando arrancaba en su coche. Y aunque los recuerdos eran difíciles de mantener en mi memoria por el paso del tiempo jamás lo olvidé.

Una punzada seguía atravesando mi corazón cada vez que se acercaba su visita anual, porque aunque se encontraba cerca de mi ya no me molestaba en preguntarle a mamá si podría verlo, realizaba esta petición tan constantemente que ya sabia que la respuesta era un rotundo ¡no!

Crecí y me convertí en un hombre trabajador y exitoso, mi hermano por su parte conoció a una guapa chica que tenía un hijo pequeño y se casó con ella para formar una familia feliz. Sus visitas anuales con mi padre se fueron haciendo cada vez menos frecuentes, al grado de que terminaron distanciándose por completo. Me apena mucho aceptar que esto me hizo sentir muy feliz.

Cierto día me disponía para ir a trabajar cuando sin previo aviso llego mi hermano a mi departamento, venía acompañado de mi madre. Esto me extraño muchísimo pues trabajábamos juntos y se hacia tarde para entrar. Mi hermano tenía la cara sería y antes de que yo lo pudiera sugerir tomo asiento en uno de los sofás y me indicó que hiciera lo mismo.

Preocupado traté de hacer lo que me dijo, esperé a que hablará pero no lo hizo. Esboce mi mejor sonrisa y despreocupado pregunté que era lo que se le ofrecía. Esto causo fuego en su mirada y por un instante tuve miedo de él. Me veía con ojos de odio y yo, asustado espere que me dijera la causa de su visita.

Cuando al fin se calmo un poco y el fuego de su mirada disminuyo, recargo todo su peso en el sofá, clavo en mi su penetrante mirada y muy serio me dijo: «solo he venido a hacerte una pregunta, ¿me puedes explicar el porqué le has contado a todos en el trabajo que tú y yo no somos hermanos?»

Me sentí mareado y en un instante las lágrimas agolparon mis ojos, no encontré voz alguna para poder responder a mi hermano quien me miraba inescrutable, al lado de él mi madre veía al suelo con los ojos rebosados en lágrimas, no dirigió ni una mirada hacia mi, volví a ver a mi hermano esperando que me dijera que su pregunta era solo una broma, pero nada paso. Ni un solo gesto o sonido salio de él, sus ojos continuaban fijos en mí y con una cara muy seria esperaba una respuesta de mi parte que al fin llego.

Busque un poco de aire en mis pulmones, respiré profundo y con un sollozo ahogado en mi voz al fin pude responder: «yo, no lo sabia» las lágrimas llenaron mis ojos y cual niño pequeño me levanté de forma violenta del sofá y corrí a refugiarme al baño. Entre corriendo, me aseguré de poner llave a la puerta para que no pudieran molestarme, me senté en el inodoro y me solté a llorar.

Mi respiración era brusca, las lágrimas no cesaban y aún cuando estaba consiente de que podían escuchar mi llanto no me importo, el corazón abandono mi cuerpo y en su lugar se poso un profundo abismo. Por fin encontré las respuestas para mis infantiles preguntas. ¿Por qué si también soy su hijo no puedo verlo? Simple, no soy su hijo. ¿Por qué mi cumpleaños es invisible para él? Yo, soy nadie para él ¿Qué tiene mi hermano que lo haga mejor que yo a los ojos de mi padre? El es su hijo, yo no.

Pasaron horas para que pudiera calmarme, cuando por fin sucedió me levanté entumido del baño, me miré en el espejo y me asusté con lo que vi. Tenia la cara hinchada y roja, abrí la llave del lavabo, tomé un poco de agua con mis manos y traté de refrescar mi rostro, lo seque con cuidado, quité la llave de la puerta y salí al recibidor. Mi sorpresa fue mayor cuando vi que mi hermano aún esperaba por mi en el sofa, al lado de él mi madre me miraba llena de culpa y pena en su mirada

Vi como mi hermano se levantó con torpeza y encamino sus pies para dirigirse a mi, me llene de valor y aún cuando tenia temor de como reaccionaria me lance a sus brazos, sentí sus labios sobre mi mejilla cuando con ternura beso mi rostro y su cálido aliento en mi oído mientras susurraba «no importa lo que la gente diga, tú siempre serás mi hermano»

Resultado de imagen para hermanos abrazados

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS