Irisación
Ahora que estoy aquí, como diría un profesor mío, “reposando las fatigas del descanso”, me he visto encarada por la verdad de mi vida que mi hermana en su inocencia me hizo ver.
Tal vez viéndome en el mismo lugar, intentando hacerlo todo y al final no lograr nada, me ha dicho con un toque de reproche en su voz:
_Tú no haces nada_
Sorprendida, le pedí que repitiera sus palabras;
_ ¿Qué dices? ¿Cómo que no hago nada?_
_Sí, nunca haces nada, te la pasas ahí sentada, no sales a jugar como los demás…_
_Es que yo tengo cosas que hacer_ le respondí
_Ay, todos tiene cosas que hacer, y, aun así, salen a jugar aunque sea un ratito… ¡Tú te la pasas leyendo! _
_ Pero ellos no hacen cosas que yo hago… yo busco la eternidad y escribo para que la gente me recuerde, te apuesto que eso no lo hacen los que salen a jugar, a ellos no los van a recordar, en cambio a mí sí_ le dije con aire de grandeza, como si de verdad importara algo.
_ A que no es cierto, sí nos van a recordar… ay hermana, en un ratito, cualquiera puede escribir un libro y no por eso dejar de jugar_
Entonces, no tuve más que decir, me puse a contemplar el cuadro de mis caritas en la pared, mientras me tragaba nostálgicamente mi inutilidad y mi lástima. Y al lado de las palabras de esa niña de diez años, la eternidad, ya no fue tan grande…
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