Viajar con presión

Viajar con presión

Xavier Gallardo

09/09/2019

Son las 6 de la mañana, lo sé porqué el despertador me reclama su atención. Me levanto de la cama visualizando los problemas a los que me he de enfrentar en el dia de hoy, que no son pocos, teniendo en cuenta que el primero de ellos siempre es el que me lleva de mi casa al trabajo, es decir, el cotidiano, tedioso y aburrido viaje a la oficina.

Y digo viaje, porque en definitiva lo es, ya que me paso la friolera de dos horas para recorrer la ridícula distancia de veinte kilómetros, dos horas, si señores, el tiempo que se tarda en llegar desde cualquier ciudad del norte de España a Londres, París o Amsterdam en avión por poner algún ejemplo. Le pregunto a mi asistente virtual sin ningún tipo de esperanza, que opciones tengo hoy para acceder al centro de la forma más ágil, sin sorpresas me indica el mismo recorrido desde hace ya tres años, no falla nunca el tráfico en hora punta. Arranca mi viaje en una sucesión de atascos, en los que el denominador común son coches y conductores, los cuales al igual que yo, realizan el viaje que les debe de llevar a algún cubículo de alguna oficina o a la cocina de algún restaurante por poner algún destino.

Recibo una llamada de mi jefe, el cual me insta a entregarle un informe que me pidió ayer a última hora de la tarde y por el cual habré dormido solo unas tres horas aproximadamente, le confirmo que lo tengo, que no se preocupe, él me responde con actitud paternal -”No esperaba menos de vd., recuerde lo que se está jugando en ello…”-, le cuelgo, no sin antes mencionarle lo agradecido que estoy de trabajar en su empresa, aunque me esté costando la salud (esto último no se lo he comentado, claro está).

Un par de minutos más tarde, la llamada es de mi mujer, para recordarme que si ya he ido al abogado a firmar los papeles del divorcio, no le contesto, no estoy de humor, cuelgo.

Ya llevo más de hora y media en el coche y el viaje sigue su curso, falta lo peor, una larga avenida infestada de semáforos, imaginada, diseñada y realizada por algún enfermo del orden y el control.

Faltan un par de semáforos y llegaremos a destino, llego tarde y por mucho que golpee el claxón, los coches que tengo delante de mi no van a desaparecer, me resigno visualizando la bronca de mi jefe, eso no me consuela pero me prepara para lo inevitable…

A un par de calles antes de llegar, me fijo en una gran valla publicitaria ubicada en lo alto de uno de los edificios de la avenida, en ella se puede leer lo siguiente; “Cansado del stress diario ?, Necesita unas vacaciones ?, Quiere abrazar un poco de caos controlado ? “, una agencia de viajes se publicita y ofrece sus servicios, me reconforta pensar que mientras yo estoy con la mierda hasta el cuello, hay personas a las cuales la vida les sonríe y se pueden permitir unas vacaciones en pleno mes de Octubre, un mes nada vacacional.

Ya estoy llegando y faltan apenas unos metros, aminoro la marcha y detengo el coche creando un mini caos en el tráfico, generando ruido múltiple de claxons y provocando insultos hacia mi persona a los que no les presto la más mínima de las atenciones.

Manipulo el gps del coche y selecciono la opción de iniciar nueva ruta, ahora selecciono el campo destino y tecleo la palabra “Aeropuerto”, luego selecciono la opción “La ruta más rápida”, finalmente presiono la tecla “Ir”.

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