¡Mira!, grito entusiasmada al darme cuenta que con solo estirar la mano el cielo esta a mi alcance. ¡Es el mejor viaje de mi vida!, por lo menos para mi lo es, aunque no creo que mi madre piense lo mismo. Viajar sola con tres niñas y un pequeño bebe, no es nada fácil, pero eso a mi no me importa, voy rumbo al encuentro del hombre que más amo, mi padre, y además con solo extender mis manos puedo tocar las nubes. Concentro mi mirada en el color azul de cielo y veo pequeños borreguitos que flotan sobre el y cambian a cada segundo su figura. Ya se encuentran en mis manos, ya las siento, las nubes me envuelven como pequeños algodones blancos, muy blancos. Pareciera que el pequeño avión, es un potro salvaje que no quiere ser montado. Sube y baja y de repente siento que el corazón se me sale por la boca. Volteo de reojo a ver a mi madre que mueve su boca en silencio rezando preocupada ante tanto brinco, mientras una de mis hermanas se empieza a sentir un poco mareada y pide a gritos una bolsa para vomitar. Es una locura, mi hermana ya no se puede contener y la bolsa nunca apareció.


Otro salto mas, una nube esta enojada y quiere zarandearnos, saltos y más saltos, el pequeño avión parece que quisiera retozar en el cielo, mientras tanto yo sigo imaginando las nubes en mis manos, y mi hermana con los colores del cielo azules claros y fuertes en su cara.


A lo lejos una figura pequeñita se distingue, -¡es mi papa!-, gritamos mis hermanas y yo y mi madre tratando de arreglar como puede tanto desastre. Ya no me interesan mis nubes, las suelto, que regresen a donde pertenecen, solo quiero saltar del avión y abrazar a mi padre, el dueño de mi paraíso.

Salta y salta el pequeño avión y el capitán con los nudillos encajados en el volante y los labios apretados como si también ellos ayudaran a que el avión frene. Ya quiero que aterrice, que se detenga.

Ese momento es eterno par mi, necesito bajar porque yo tengo que llegar primero a abrazar a mi padre. La puerta se abre y mis hermanas y yo saltamos entusiasmadas, mientras mi papá se acerca con una gran sonrisa en su rostro y con los brazos muy abiertos porque sabe que tres pequeñas niñas se van a lanzar al mismo tiempo a sus brazos. Mi mamá espera pacientemente su turno de abrazar, porque nosotras no tenemos fin, bueno al menos yo necesito un abrazo muy muy muy fuerte y muy muy muy largo. -Ya tranquila -dice mi madre, y mi papá voltea sonriendo y se plantan un gran beso. Como me gusta eso, me gusta que mis papas se besen, me hacen sentir tan segura, tan feliz, tan amada.

Mis hermanas y yo corremos como locas hacia la camioneta amarilla con blanco que ya nos espera para llevarnos a nuestra pequeña casa de madera que se encuentra cerca del aserradero donde mi papa trabaja. Respiro profundo, el aire es frío; un pequeño humo sale de mi boca, mmmmm, busco en la tierra y encuentro un pequeño palo que me llevo a la boca para imaginar que estoy fumando, -Gracielita- escucho un grito, -quita eso de tu boca- dice mi madre al verme haciendo eso. Caray pienso, mi cigarro, en fin ya habrá tiempo, llegando al paraíso somos libres como el viento. Ya estamos arriba de la camioneta, y claro,en la parte de atrás con total libertad, solo en la sierra podemos hacer eso, uhhhhhh siento el aire helado en mi cara, mi cabello es un desastre, volteo a los lados y la gente que camina se detiene a contemplarnos, nos vemos diferentes, pienso, y mi autoestima me dice que se han de preguntar quienes serán esos distinguidos visitantes, mi imaginacion comienza entonces a hacer de las suyas, y me imagino que soy una artista muy famosa que llega a un lugar y todos la quieren saludar y contemplar de cerca, y hacerce amigos de ella, que popular…… Plop, despierta, -ya llegamos, y ayuda a bajar las cosas- dice mi mama y la gran artista se desvanece. Saltamos de la parte de atrás mis hermanas y yo, mientras mi papá se acerca a abrir la casa, toda de madera pintada en blanco con barandales rojos. Algunas vecinas salen a darnos la bienvenida seguidas por chiquillos que se esconden tras sus faldas. Los miro de reojo, mientras ayudo a bajar maletas y se acercan a ayudarnos. Bueno, creo que no es dificil hacer amigos, somos las chicas nuevas del aserradero, así que todos quieren conocernos.

Por fin terminamos de acomodar todo lo que hemos traído, y ya hay varios amiguitos esperando por nosotras para ir a jugar, volteamos a ver a nuestra madre y nos hace un pequeño movimiento de cabeza que significa que hay permiso para salir. Corremos por que en muy poco tiempo se meterá el sol. Las horas transcurren y poco a poco se empiezan a ver pequeñas luces que empiezan a titilar en el cielo, es como si con solo estirar mi mano pudiera tener todas las estrellas a mi alcance, no hay un rinconcito del cielo sin un diamante brillando. Entonces volteo y a mi lado una estrella revolotea apagándose y prendiendo, grito y una niña me dice, no te asustes, es un copeche, la miro asombrada y me explica -ellos salen en la noche y traen lucecitas prendidas, ¿quieres que atrapemos unas?-, trae enseguida un frasco y empezamos a atrapar los pequeños copeches, luciernagas diría mi madre, y una a una la vamos metiendo en el frasco, son pequeñas estrellitas que prenden y se apagan. De repente el grito de mi madre ¡ niñas, metanse ya es tarde! Abrimos el frasco y dejamos que las pequeñas lucecitas regresen hasta el cielo tan pegadito a nosotros, tan cerquita que podemos atrapar estrellas y encerrarlas en un frasco.

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