Berlín entre risas y emociones

Berlín entre risas y emociones

PEPA H

08/09/2019

Berlín entre risas y emociones.

Cuando llegamos al hotel, nos fuimos directamente al mostrador de recepción para registrarnos. Nos atendió una mujer de mediana edad, con nariz prominente, rostro enrojecido, cejas fruncidas, pelo encanecido…, podría decirse que era poco agraciada. Nos miró y muy seria comenzó a hablarnos en alemán, idioma que nosotros no entendíamos. Tanto mi marido como yo le dijimos que éramos incapaces de comprenderla, pero ella no parecía tampoco entendernos e insistía en decirnos algo, hasta que pasados unos minutos, empezamos a observar un cambio de tono en su voz, demostrando pérdida de paciencia y enfado en grado sumo, esto a mí me producía risas, que a duras penas podía contener. Llegado un momento, en su verborrea alemana, conseguí entender que me preguntaba si hablaba inglés y yo, que del yes y ok, poco más puedo decir, acabé por asentir. Conseguí, a duras penas, entender, en el lenguaje de Shakespeare, que para inscribirnos y pernoctar en el hotel, deberíamos depositar una fianza de 150 euros, además de tener que rellenar un cuestionario con nuestros datos personales. Le traduje a mi marido, que parecía no enterarse, a la vez que decía “yes y ok”. Mi marido me dijo que estaba loca, que él no había pensado dejar ningún depósito, porque el hotel había sido pagado íntegramente a la agencia de viaje, que se lo dijera a la “Fräulein”. Pero…, que más hubiera querido yo que poder traducir todo aquello. Al final conseguí convencer a mi marido de que pagará el dinero solicitado, de otra forma nos hubieran puesto en la calle. También conseguí rellenar el cuestionario. Mi marido me decía que intentara explicarle que necesitábamos a alguien que hablara español, pues fue una condición que nosotros pusimos a la agencia a la hora elegir el hotel.

Con un gran esfuerzo conseguí decir “I ned a person speaks spanich”, a lo que ella contestó: “Yes tomorrow at seven o’clock in the morning ”. Mi marido esto pareció entenderlo muy bien, pues dijo que era muy tarde, estábamos muy cansados y no seríamos capaces de madrugar tanto. No obstante yo asentí y di las gracias en inglés, aunque no estaba muy segura de que fuera ese el idioma en el que me expresaba.

Lógicamente, a la mañana siguiente fue a mi a quien tocó madrugar para hablar con la persona que dominaba la lengua de Cervantes. Efectivamente, a las siete en punto llegó una nueva “Fräulein”, que hablaba un castellano propio de Valladolid. Lo primero que me preguntó fue el porqué había madrugado tanto, ya que ella iba a permanecer allí hasta las tres de la tarde y nos podía atender a cualquier hora. Contesté, sonriendo falsamente, que me gustaba madrugar y ya que estaba levantada, que me diera un plano de la ciudad y me explicara como llegar a los lugares más emblemáticos que queríamos visitar. Ella, me señaló en el plano los distintos sitios, me dijo donde podía coger el autobús y qué líneas debía tomar.

Aquella mañana desayunando en el hotel, nos abordó un camarero, que resultó ser español, de nuestra misma provincia. Ni que decir tiene, que a partir de entonces, fue quien nos orientó y nos ayudó durante toda nuestra permanencia en la capital alemana.

Berlín me sorprendió gratamente. Encontré una hermosa ciudad reconstruida, que había sabido resurgir de sus propias cenizas y como “ave fénix” lucía majestuosa. Restos de una vieja urbe convivían con edificios modernos y vanguardistas guardando una gran armonía.

Comenzamos por el Berlín imperial visitando el palacio de Charlottenburg, seguimos con la Alemania nací, Checkpoint Charlie, East Side Gallery, el museo del holocausto… También visitamos las puertas de Brademburgo, el Museo de Pérgamo, Alexanderplatz, el barrio medieval de San Nicolás y un largo etc. de iglesias, barrios, plazas y monumentos que fuimos descubriendo como auténticos trotamundos.

Una mañana, desde el autobús, descubrimos un cartel que anunciaba una exposición de cuadros de Frida Kahlo, yo solo sabía de ella que era mexicana y poco más, pero el hecho de poder ver algo original y conocer un poco más de esta mujer tan enigmática, unido al entusiasmo que demostró mi esposo por visitar la exposición, fue lo que realmente me empujó a pedirle ir aquella misma tarde. Había una cola de más de una hora, tiempo que yo aproveché para que mi marido me documentara sobre la vida y la obra de la artista mejicana; así supe de su poliomielitis, del accidente que le hizo pasar tantas veces por quirófano y postrarla en una cama, de sus amores con su marido, el muralista Diego Ribera, llenos de encuentros, desencuentros, engañosy sufrimientos. También me habló de como un embarazo fallido le había llevado a plasmar en los lienzos el sufrimiento de un aborto. Me decía que su mal estado de salud no le impidió seguir pintando un mundo surreal, según los expertos, aunque ella siempre aseguró no ser surrealista, siempre dijo que pintaba su vida misma.

Al entrar en la exposición, la contemplación de cada cuadro, donde proliferaban los autorretratos, me transportó a los momentos de sufrimiento que padeció Frida. Pocos cuadros la reflejaban feliz, la amargura superaba con creces los momentos de dulzor y plenitud. Conseguí un momento de verdadera catarsis y transposición, era como si yo hubiera estado reencarnada en la propia Frida, podía comprender cada trazo, cada color, cada objeto recreado en sus pinturas…Podía interpretar cada una de sus imágenes, era capaz de trasladarlas a la realidad de otro tiempo…, otro lugar…, quizás donde sucedió…

Berlín me hizo revivir historias leídas, vistas en el cine o quizás imaginadas. Sus paisajes, calles, edificios, … despertaron en mí muchas sensaciones que conservo en mi memoria. De todos los recuerdos, he de decir que la llegada al hotel siempre me hace reír y el descubrimiento de Frida Kahlo me emociona.

PEPA H

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS