«Esta historia se repite y quizás no sea especial, al final son solo palabras para describir la realidad, mi viaje que aun no termina es simplemente uno mas»

Un 7 de Junio cualquiera emprendí un viaje al que las circunstancias en mi vida me obligaron, mentiría si describo el sentimiento de partida con emoción y cariño , al pasar a la sala de espera sentía mi cuerpo vació, como si mi alma se hubiese quedado en el ultimo abrazo de mis padres del otro lado del portal, como si mi corazón estuviera atado a este lugar que tantos años llame hogar, Venezuela.

Llegue a Colombia decidida a hacer de aquel viaje un experiencia que jamas iba a olvidar, no estaba ahí por turismo o por placer, no fui a conocer, llegue para reinventar mi vida, para impulsarme a llegar al lugar que tanto quería, un amigo me recibió con los abrazos abiertos me enseño todo lo que podía, conocí Colombia, sus calles y su gente, trabaje y viví en muchos lugares, llore en el metro, en el bus y en el semáforo que estaba justo enfrente de la que en algún momento fue mi habitación.

Pasaron cuatro meses enteros, que se sintieron como muchísimo mas, cambie tantos aspectos de mi y de mi vida que me sentía irreconocible, deje tantas cosas atrás y trace un destino que nadie me iba a cambiar, emigrar… que difícil es cambiar de ambiente y de lugar, adaptarse a novedades que te recuerdan que no perteneces a ese lugar, seguir.

Un 24 de octubre llegue al aeropuerto de Fort Lauderdale, Estados Unidos, decidida a continuar con el plan, un viaje en bus hasta Orlando donde mi mejor amiga me recibió y me brindo absolutamente todo lo que pude necesitar, jamas estuve sola la verdad y aun así ocupaba en mi alma un sentimiento de soledad que hacia las paredes temblar, noventa días, tres meses de trabajar,trabajar y trabajar.

El primer diciembre fuera de casa, alejada de mi familia, encerrada en el trabajo, llorando bajo, gritando alto, esos días los pase entre silencios y suspiros, fingía que todo estaba bien esperando que alguien por casualidad me mirara a los ojos y se diera cuenta que mentía muy mal.

El 16 de enero, entrando por la puerta de embarque rumbo a Barcelona, España lo que creía en su momento seria el destino final, 17 enero aterrizar en Barcelona con una sonrisa gigante, emoción, tranquilidad y entusiasmo que no me durarían tanto como creía pero que disfrute cada segundo que sentí.

Entre península e islas he hecho mi vida en este país durante los últimos dos años, y aunque hasta el día de hoy después de vivir sorpresas gratas y situaciones injustas, me he dado cuenta que aunque no pertenezco al entorno y el entorno no me pertenece, no son razones suficientes para no disfrutar del viaje en el que aun vivo, por mucho tiempo planee quedarme y hacer el resto de mi vida aquí, pero el mundo es muy grande, ya me acostumbre a llevar el peso de mis raíces a donde vaya, de dejar un poquito de hogar en todas las ciudades donde pose mi cara sobre una almohada.

Finalmente soy una persona que puede hacer hogar en cualquier lugar, que viajó para dejar su hogar en busca de algo mas y que sigue encontrando maravillas cada vez que tiene la oportunidad, emigrar no es un sueño hecho realidad, pero es una realidad que puedes transformar en un sueño cumplido, para mi fue la oportunidad para volar, para crecer y conocer cosas que jamas creí que podía llegar a ver.

Esta la historia de alguien que decidió relatar su viaje solo enfocándose en lo positivo del trayecto, no quiere decir que no existió sufrimiento, si puedes leer entre lineas notaras lagrimas y lamentos, pero cansada de verme a mi misma como la victima de un mal cuento, me convierto en la protagonista de una historia que no tendrá final hasta el día en que deje de respirar.

Emigrar, volar, escapar, eres capaz de lo que sea que quieras lograr.

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