REGRESO AL HOGAR

Por fin Kichiro sonreía feliz después de casi dos años de involuntaria ausencia, dos años de crueles luchas en los frentes de combate.Dos años de gritos, llantos, sangre y muerte. Él nunca comprendió el porqué de la guerra. Le habían dicho que estaba defendiendo la soberanía de su patria, la gloria de Hirohito -el príncipe divino- y hasta la honra de su propia familia; pero seguía sin entender por qué debía matar a otros hombres, tan hombres y tan vulnerables como él.

Iba avanzando despacio por causa de las heridas que habían disminuido su vigor y su voluntad. Llevaba ya varios días de camino hacia su hogar, parando solo para beber algo de agua y masticar algún mendrugo que le ofrecían. La ansiedad del reencuentro cercano con su esposa y sus hijos hizo que Kichiro comenzara a apurar el paso a medida en que se acercaba a su casa. Miró hacia el cielo, el amanecer de ese lunes 6 de agosto de 1945 presagiaba un día despejado en Hiroshima, su amada ciudad.