Asesinato predispuesto

María se murió, una pared me separa del cuarto en el cual resguardan su cadáver, esa pared no muy alta y sí mucho riesgo me ofrece la oportunidad de ver por última vez a María, intento saltar, pero al otro lado de la pared en un pequeño cuarto ¡María no está! Un ataúd negro es lo único que allí se encuentra, no sé porque, ahora que lo pienso, porque había de querer ver yo a esa mujer.

Una especie de recepcionista y a su lado Cecilia, no alcance a escuchar que era aquello de lo que hablaban, al salir del cuarto una especie de parque pequeño, donde ellas esperan, Azul y Celeste esperan a que Cecilia salga, al salir Cecilia se encuentra con Celeste a la cual comienza a atacar con intención de matarla.

Sin pensarlo mucho salto la barda, pared peligrosa y con un vidrio me rasgo la mano, irrumpo con la intención de matar a Cecilia, Celeste corre intentando esconderse de aquel demonio que, a su vida atenta, al ver asi a Celeste mi corazón explota y lleno de ira mi único deseo es matar a Cecilia.

Al ver que no podía matar a Celeste, Cecilia sale por la puerta de esa especie de funeraria, Azul nos sigue, Cecilia se dispone a cruzar la calle, era de noche cuando me di cuenta, le lanzo por última vez el vidrio que se me había clavado en la mano, el cual sin dar aviso se clava en la cabeza de Cecilia quien estaba atravesando la calle, deteniéndose ante el impacto un auto que atravesaba por allí, pasando justo a un lado de Cecilia, impacta contra ella arrojándola a una acera.

Un escalofrió me recorrió al ver su cadáver alto, grueso, con pantalones negros y un abrigo de pana, contra la acera su cuerpo sin vida, su piel clara, su cabello negro, partes del auto que allí se hallaba en pedazos y yo… como en primera fila observando la escena, en blanco, sin aceptar o comprender que sucedió.