Po de Jasyrundy.

Po de Jasyrundy.

Landa

12/06/2019

Después de la gran victoria en las costas del sur, en la ciudad de Valdivia, nos volvimos a embarcar. El vicealmirante Cochrane, al mando de la fragata O’Higgins, el mayor Miller, al mando de la goleta Moctezuma, y reuniendo el gran grupo de hombres que se habían dispuesto, a unirse a nuestra querida nueva marina, para seguir la lucha. Antes de zarpar hacia las costas de Valparaíso, el vicealmirante Cochrane, le había proclamado como gobernador de esa ciudad y de sus alrededores al mayor Jorge, quien se quedó con sus tropas para dar apoyo a los ciudadanos y para exterminar con los pequeños grupos de realistas que aparecieran. En cambio, nosotros nos dirigiríamos hacia el norte, para así abordar al comandante y jefe, el general San Martín, quien se encontraba preparando todo para el último gran ataque a las costas del alto de Perú. Cuando llegamos a puerto de Valparaíso, nuestro vicealmirante, nos entregó otras misiones, las cuales serían muy complejas y de muy alto riesgo, nos dio algunos días para que pudiéramos descansar y preparar todo lo necesario, ya que seriamos los primeros en partir hacia tierra enemiga, para poder reagrupar más hombres que estén en contra del virrey del Perú. La gran responsabilidad nos caería como un gran yunque sobre nuestros hombros, ya qué, después de concretar con la primera misión; reunir tropas aliadas en territorio enemigo. La segunda, sería más dura; tomar las costas cercanas de la ciudad de los reyes, «actual Lima» para que así, pudieran desembarcar ellos, con la mayoría del ejercito, proveniente desde el sur y concretar en forma definitiva, la toma del mando del alto del Perú, y proclamar la independencia de las tierras unidas de América del sur. En el puerto de Valparaíso, el vicealmirante Cochrane, nos dirigió unas palabras:

– ¡Señores! Ustedes son poseedores del privilegio de entrar por primera vez, en tierra enemiga y salir victoriosos con la frente en alto, siendo los grandes héroes de la historia en la lucha por la independencia de América del sur, por favor no nos decepcionen y si van a morir, que sea luchando y antes, desplieguen mensajeros por todas partes, reúnan la mayor cantidad de hombres con sueños de libertad que puedan encontrar en esas benditas tierras, hagan lo que tengan que hacer para completar sus dos muy importantes misiones ordenadas, ahora estarán unos días para que sus hombres puedan descansar y reármense lo mejor posible, gracias por su gran heroísmo en las costas del fuerte, realmente fueron los más destacados.

– Listo vicealmirante, por supuesto que sí, haremos hasta lo imposible para poder concretar las dos misiones, y si quiere dar las gracias, hágalo, pero diríjase hacia el capitán Ávasaso y a esas feroces bestias que tiene como hombres de la infantería de marina, ellos fueron los grandes héroes de esta historia. – le respondió, el mayor Miller.

– Está bien mayor, tiene toda la razón, vengan todos señores, vamos a descansar y a festejar nuestra victoria.

Después de unos días de descanso partimos hacia las costas del enemigo, pero antes de embarcarnos a dos nuevas misiones, tuvimos una pequeña formación en donde el vicealmirante Cochrane, le había otorgado el ascenso al mayor Miller, ya desde ahora en adelante él, sería renombrado con el grado de “teniente coronel”. Los días de mayor ya se encontraban en su pasado, y como era de saber, su nuevo grado traía muchísimas nuevas responsabilidades a bordo de nuestro nuevo oga, «la goleta Moctezuma».

Después de la condecoración del nuevo teniente coronel Miller, y todas las felicitaciones por parte del vicealmirante Cochrane, y sus hombres, el día cinco de abril, del año (1.820) partimos hacia el norte al encuentro de nuevas batallas y horizontes, para poder concretar con esos grandes sueños, que nos habían inculcado nuestros compatriotas que yacen en los suelos de los cuatros puntos cardinales, por la libertad de las «garras del tirano el rey de España».

– Mi teniente coronel, antes de partir, ¿me daría la posibilidad de darle un regalo a mi querido amigo, cabo Brandan? – le pregunte.

– ¿Un regalo? Sí, por supuesto que sí, ¿cuál seria capitán? Si es que se puede saber.

– Sí señor, por supuesto que se puede saber y se debe hacer en una reunión entre nosotros dentro de nuestro navío, nuestro acogedor y querido oga, en donde pasamos y pasaremos, la mayor parte de nuestras nuevas vidas, como hombres de mar.

– Está bien, haga lo que usted desee mi querido segundo oficial al mando.

– Bueno, con su permiso mi teniente coronel, ¡señores marineros, infantes y artilleros, les quiero pedir que por favor se reúnan en la cubierta! ¡para que así podamos comenzar con una pequeña formación dentro de este barco! ¡acá con todos reunidos y con la presencia del comandante de este navío, el teniente coronel Miller, quiero decirles que desde ahora en adelante le otorgo el grado de sargento, al señor Brandan, mi querido amigo y camarada de grandes batallas! Usted, marinero Brandan, ¿está de acuerdo con mi petición de ser ascendido al grado de sargento y encargado de las tropas de infantería de marina? ¿Jura por la patria, el cuerpo de marina, la independencia, el honor, el respeto, la dignidad, el orgullo de ser parte de esta gran historia qué sé está escribiendo, con nuestra sangre derramada en nuestros actos de victorias y derrotas, por la nueva soberanía libre, que tanto está costando a estos hombres de bien encontrar, por las decisiones, misiones y ordenes otorgadas por sus oficiales al mando, aunque todo eso le lleve a entregar su propia vida?

– ¡SÍ, JURO!

– Muy bien, con el poder que me ha otorgado el teniente coronel Miller, como su segundo oficial al mando y jefe del cuerpo de infantes de marina, desde ahora en adelante usted será nombrado como “sargento “Brandan, encargado del cuerpo de infantes de marina.

– ¡POR FAVOR, MARINEROS, ¡DENME UN FUERTE Y CLARO! ¡VIVA LA PATRIA!

– ¡VIVA LA PATRIA!

-¡VIVA!

– ¡EN MARCHA SEÑORES…!

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