Resignada a resignarme

Me despierto. Recuerdo los últimos segundos de mi sueño. Intento recuperarlos volviendo a cerrar mis ojos. La curiosidad me consume, pero a medida que intento recordar, lo que queda de mi sueño se comienza a esfumar, y me quedo sin una base para recordar.

Me quedo unos segundos molesta, frustrada, aun con los ojos cerrados, por tan pronto haber olvidado mi sueño completamente, por no tener siquiera esos tres segundos para intentar recordar. Me resigno, pues no puedo vivir en el pasado de algo que ya olvide.

Por fin abro los ojos, veo todo negro, como de costumbre. Al igual que todas las mañanas me pregunto si ya los he abierto, y como siempre llevo mis dedos hacia mis párpados y los toco, y así me aseguro que están levantados y que mis ojos están expuestos a todo, a ver todo, a pesar de que no ven nada.

No me asusto, siempre es igual. La costumbre ha hecho que deje de temerle a algo que en principio me aterrorizaba.

Y todas las mañanas me resigno por no poder ver más que negro. Algunas mañanas me resigno mas que otras. En esta temprana y oscura mañana aun no me he levantado de la cama y ya me he resignado dos veces.

No me gusta mucho resignarme, estoy segura que me agradaría mas el tener posibilidades para no hacerlo. Para intentar superar lo que no quiero en vez de resignarme a ello. Pero no puedo seguir intentando recordar un sueño que se que no recordaré, y tampoco puedo seguir intentando ver mas allá del negro sabiendo que no lo lograré.

Por lo tanto, al fin y al cabo, estoy resignada a resignarme.