Ya es primavera, las mariposa vuelan por encima de las flores que al mismo tiempo son acariciadas por el sol cálido que alimenta los campos en esta hermosa estación.

Todos los colores son dominantes construyendo alfombras infinitas de aromas exquisitos.

Pero la mariposa, uf! qué hermosa belleza, es como una pequeña hada que con su vuelo siembra polvo de hadas sobre la naturaleza dándole magia y por eso no podía faltar en mi colección.

No colecciono mariposa sino sellos pero más allá en un viejo libro, leí la historia del sello Butterfly. Su dueña se llamaba Rosé una chica viajera en busca de un pueblo como el suyo en el que reinaban mil hermosas mariposas apodado «mil mariposas».

Por lo que sé su pueblo pasó por una época de sequía muy fuerte y que, por este motivo, las mariposas dejaron de existir allí.

La madre de Rosé en recuerdo, le dio un sello único, único en valores con una mariposa incrustada en papel vintage rosado.

Fue lo más valioso que se llevó del pueblo mil mariposas…

Sé esta historia porque ella decidió vivir sus últimos años de vida aquí en mi pueblo. Se enamoró de las mariposas que habitaban aquí y también de abuelo.

Sí, era mi abuela, aparte de heredar su larga cabellera pelirroja y sus pecas, Rosé me regaló su espíritu viajero y su sello en un viejo libro donde estaba pegado pero la gran sorpresa fue que sólo estaba la historia y un pedazo de papel viejo vacío donde tenía que estar el sello, pero no estaba, así que por este motivo y por el valor sentimental, emprendí mi viaje hasta su pueblo natal, mil mariposas.

Cogí mi maleta y el libro de mi abuela y fui en busca del sello Butterfly.

Sentí que el sello me llamaba a kilómetros de aquí.

Hacía unos días atrás que tenía unos sueños muy extraños en los que veía como el libro y todo el valor se desvanecía en una especie de nube, y luego sentía un vació inexplicable. Entre las nubes escuchaba la voz de mi abuela gritando la palabra “Butterfly”.

Podía sentir ese miedo, me daba la sensación de que mi abuela perdía las raíces de su pasado en mil mariposas.

Lo que sé de ese pueblo donde nació mi abuela es que está en Irlanda del norte, es un pueblo que apenas se conoce puesto que es muy pequeño de pocos habitantes , que la gente es muy amable.

En el libro cuanta como en cada primavera festejaban a la reina de mil mariposas en una cueva en lo alto del monte. Allí hacían el ritual de las mariposas. Esa cueva era tan especial porque su techo apenas se veía al estar cubierto de mariposas de todas las razas y colores.

En los días de fiesta realizaban comidas y cantos con bailes en coro todo rodeados por flores en honor a las mariposas, pues ellas atraían las buenas cosechas.

Realizaban casamientos y peticiones de amor verdadero frente a la cueva, si cuando lo hacían, salín mariposas, era la señal del buen augurio.

Pasado unos días, al fin llegué a Irlanda pero para llegar al pueblo tenía que llegar a la estación de trenes.

Allí pregunté a un amable señor por mi destino a mil mariposas el cual me dijo que sólo llegaba al pie de la montaña donde descansaba el pueblo, luego tenía que ir caminando por unos caminos reales de senderos muy verdes así como dos kilómetros… lo curioso fue que cuando llegué al pie de aquellas montañas y mientras iba caminando, me fueron acompañando lindas mariposas…

Al día siguiente después de dormir en un viejo hostal, fui directamente a ver las maravillas de aquella cueva, lo curioso es que cuando entré y tras aquella nube de mariposas apareció el sello Butterfly.

Realmente el sello había cobrado vida, tan hermoso allí custodiado por ellas. Era su lugar…

Mi abuela Rosé sólo quería que yo viviera su experiencia y la magia de aquel lugar, que allí hiciera un ritual de amor verdadero.

Cierto es que allí me quedé prendada de mil mariposas donde conocí a mi gran amor.

Ahora me toca morir aquí…

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