Alzas los brazos
e imploras,
te santiguas
y esperas oírte,
sabes que llegará el día
en el que creerás en tu propia existencia
y dejarás de rezarte.
Entonces,
con irracionalidad de plagio,
perfilarás la metáfora de ser anexo
y vomitarás las cruces,
mientras amputas los brazos extendidos.
OPINIONES Y COMENTARIOS