El museo de objetos inútiles

El museo de objetos inútiles

Miguel Matz

14/03/2023

(INFRAORDINARIO)

En este museo guardo una serie de cosas que de alguna manera han formado parte de mi vida y tienen su pequeña historia. También hay otras que simplemente me llamaron la atención en su momento o que guardo por no tirarlas o que ni sé por qué las tengo.

Habitualmente duermen en una caja de donde salen en contadas ocasiones. Podemos ver entre otras piezas: 

Un escudo conmemorativo que fue mi primer negocio al cambiarlo por una cadena de lavabo, de esas de bolas.

Un elefantito, el último de la fila que mi ex robó a un ex amigo mío (y yo a ella).

El número de la suerte de mi ex (8) que conmigo no tuvo suerte.

La pierna de un delantero de futbolín que se rompió al golpear la bola, no fue gol y el partido se suspendió por huida precipitada de los contendientes.

Cristo en la cruz, procedente de la cartuja de Tiana (pagando)

Una piedra volcánica encontrada en un lugar sin volcanes.

Una cajita metálica llena de mini-chorradas: Estrella militar, botón de bocamanga de policía armada (grises), figura tallada en madera, gemelos de camisa en forma de tortuga, un barquito hecho con el papel encerado desdoblando el palillo de un fósforo,  Mi número de la suerte (3) del colgador de la bata de mi primer colegio, etc.

El letrero del camarote de los alumnos de puente (agregados) de la M/N Dómine de la Cia. Trasmediterránea. Camarote que fui el último en ocupar en su último viaje a Guinea Ecuatorial, antes de ir a desguace.

Merece una especial atención el caballo cojo:

El colegio tenía un campo de deportes que en sus inicios era simplemente un descampado en donde pasábamos el tiempo de los recreos. Aquel día vi algo en el suelo que al acercarme fue tomando forma hasta convertirse en un pequeño caballo blanco. Al cogerlo pude ver que le faltaba la cola y sus pezuñas delanteras, por lo que apenas podía sostenerse en pie. No servía para jugar, seguramente por eso lo habían abandonado, me compadecí de él y lo guardé en un bolsillo del pantalón. De eso ha ido pasando el tiempo y otros caballos con sus colas y sin cojear; sin embargo este es el único que conservo.

El resto del museo tiene otras piezas con su correspondientes historias que en su conjunto forman un anárquico relato de retales de vida.

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